Hoy te escribo esta carta hurgando en el corazón para colocar los sentimientos en orden... Algo que no resulta fácil. Han pasado dos años… pero el recuerdo sigue como si fuese ayer.
Él ahora no esta entre nosotros, pero lo que escribo a continuación esta dedicado a él… a Paco, Francisco o CHAPAS, como todo el mundo lo conocía.
Estamos aprendiendo a lidiar con tu ausencia, a sobrellevar el dolor del vacío que nos dejaste y a aprender a vivir de los recuerdos.
Todos te recordamos… hasta la pequeña Daniella, que cuando te ve en la foto te llama por tu nombre. Ella ahora tiene 2 años, el mismo tiempo que no estás entre nosotros.
Pero para mi esta ausencia es desgarradora. Eras más que un abuelo: una persona educada, muy cariñosa, familiar, con un montón de batallas contadas sobre tu vida… y el MEJOR ABUELO que podían tener SANDRA, IVÁN Y JAVIER.
Recuerdo tantas… El Pedrisco de 1952, las fiestas de Pedrajas de San Esteban desde tu juventud, los años y vivencias vividas junto a la abuela, las cáscaras de naranjas y de patata que te comías cuando eras pequeño, la relación de tus padres y hermanos, anécdotas de la Virgen de Sacedón… infinitas historias que me contabas.
Me gustaría pensar que voy a verte. No sé en qué lugar, ni circunstancia. Hoy, mañana o quizás pasado…
Pero lo que más recuerdo de ti es el enseñarme a vivir, a disfrutar de la vida y a conocer sus caminos.
Te recuerdo con muchas arrugas y pellejos entre tus manos, delgado, alto, y con una barriga pronunciada, oliendo a colonia desde casa hasta el portal para ir a la calle, rodeado de tus tirantes para que no se te cayesen los pantalones, con el reloj siempre en la muñeca y con unos ojos llenos de alegría, aunque ya las últimas veces tu mirada era triste, ausente y vacía.
Así como en la vida me cuidaste, sé que ahora seguirás haciéndolo desde el cielo, descansando en un lugar mejor. Contigo conocí el amor de un abuelo.
Te escribo, con todo mi corazón y el de toda tu familia.
No importa lo que pase, porque siempre estarás en nuestros corazones.
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