PREGÓN DE LAS FIESTAS
DE
SAN ESTEBAN Y SAN AGUSTÍN
EN
PEDRAJAS DE SAN ESTEBAN
AÑO DE 2022
***
Por Juan Ignacio Mera Merino
Buenas noches:
Señor Alcalde, Corporación Municipal, Autoridades Provinciales, Regionales y Nacionales; Reinas salientes: Alba, Natalia, Elena, Mónica, Ángela y Raquel; Reinas entrantes: Rocío, Lucía y Sofía; familiares, amigos y pueblo de Pedrajas que hoy nos acompañan.
No puedo empezar mi intervención si antes comentar dos cosas:
En primer lugar, quiero mostrar mi más sincero agradecimiento a nuestro Alcalde y a toda la Corporación Municipal, por haberme designado como pregonero de las fiestas de San Esteban y San Agustín 2022. La verdad que es una gran honor y una enorme satisfacción el poder pregonar las fiestas de mi pueblo natal, es un sueño hecho realidad.
En segundo lugar, hacer mi presentación ante ustedes, aunque creo que no hace falta, porque pienso que casi todo el mundo aquí me conoce, aunque sea sólo de vista.
Pedrajero por los cuatro costados; soy hijo de Isaías y Mari “los taxistas “; Hermano de Óscar y Eva. Estoy casado con una olmedana, Sara, a quién conocí, por suerte, desde muy joven en mi época de instituto. Tengo dos hijos, Ignacio y Rocío, dos diamantes a los que hay que seguir puliendo ¡Ufff ! Militar de profesión, destinado actualmente en la Jefatura del Mando de Apoyo Logístico ubicado en el Cuartel General del Ejército, en Madrid.
El día que el Sr. Alcalde me propuso que fuese el pregonero de estas fiestas, estuvimos hablando del día tan bonito y emotivo que fue la despedida que le hicimos a nuestro policía local, Julio, por su pase a la jubilación. Fue un acto sencillo, pero a la vez muy emotivo, de los que se quedan grabados para siempre en la memoria y que para todos sus paisanos que pertenecemos a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado (FCSE) y a las Fuerzas Armadas (FAS), fue un orgullo y un placer, el haberle acompañado en ese día tan especial para él. De ese día, me dijo el Alcalde, surgió la idea para que un miembro de estos colectivos fuese el pregonero de este año. Tuvieron la feliz idea, que esa persona propuesta fuese un servidor y como no podía ser de otra manera y utilizando un símil futbolístico que solemos decir los aficionados al fútbol, le dije: “Sillu, al Real Madrid, no se le puede decir nunca que no”. Muchas gracias.
Para mí es un honor y una enorme responsabilidad representar en mi persona, a todos los pedrajeros que trabajan en estas Instituciones. Aunque somos un pueblo pequeño, debemos estar muy orgullosos de los casi cincuenta pedrajeros que trabajamos en estos Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado y de las Fuerzas Armadas: seis en la Policía Local, nueve en el Cuerpo Nacional de Policía, nueve en la Guardia Civil y veintitrés en las Fuerzas Armadas.
Colectivos que desarrollamos diferentes tipos de misiones en ambientes muy diversos pero con una única finalidad que nos une a todos y es la de velar por la seguridad y el bienestar de España y de su población.
Destinados por todo el Territorio Nacional, llevando con orgullo el nombre de nuestro pueblo, demostrando la valía y la fuerza que esta tierra de pinares nos da.
¡Mi más sincera enhorabuena a todos estos compañeros y a sus familias, que cada día exponen sus vidas al servicio de los derechos y libertades de los ciudadanos para que todos nosotros podamos vivir más seguros! Gracias.
Como se suele decir en el argot taurino, vamos a cambiar de tercio y me enfocaré más en mi persona.
Pedrajas me vio nacer en el año 1969, bonito año y sobre todo, por la suerte de haber nacido en una quinta maravillosa, trabajadora, noble, alegre y hospitalaria, vamos, en una palabra, en una quinta que reúne los valores que tenemos los pedrajeros. Hemos compartido muy buenos momentos en la vida y son muchos los recuerdos que me vienen a mi memoria y en los que cada vez que me acuerdo de ellos, se me escapa una sonrisa. Nos reunimos de vez en cuando, menos de lo que quisiéramos, pero la verdad es que cuando lo hacemos, pasamos muy buenos ratos. Desde aquí quiero darles mi agradecimiento por demostrarme siempre su amistad.
En el barrio de Corea, pasé la mayor parte de mi infancia. Solía jugar con mis hermanos, mis primos y mis amigos a todo tipo de juegos, como por ejemplo al fútbol, a las canicas, a los peones, a los santos, a los toros, etc… En referencia a éste último, recuerdo “los encierros de perros” que hacíamos por las calles del barrio. Atalancábamos las calles con las bicicletas, los chicos pequeños nos subíamos a las tapias y los mayores eran los encargados de abrir la puerta de toriles, o bien del corral de Don Pablo “el médico” o bien del corral de Gila “el carnicero”, dependía de la ganadería que tocara ese día. El público era de diversos barrios: de la cañada, del chamberí, de la plaza, de los cardiales, etc… El “toro” salía en busca de los corredores. ¡Cómo disfrutábamos de la bravura de los morlacos y de las carreras de los mozos! ¡ Qué miedo se pasaba¡ Hubo, hasta alguna que otra cogida.
También solíamos ir al pinar a jugar y a merendar. En él, pasábamos las tardes construyendo cabañas, preparando trampas para los conejos, nos subíamos a los árboles para cortar ramas y hacer con ellas lanzas y tirachinas. Vamos, igualito que los juegos de los niños de ahora.
Con nueve años dejé la escuela en Pedrajas y me fui a seguir con mis estudios de E.G.B. a Valladolid, como seminarista en el colegio San Agustín. Siempre he dicho que fue un gran acierto por parte de mis padres el habernos llevado a mi hermano y a mí a estudiar a ese colegio, aunque por entonces no lo veíamos así y parecía más un castigo. El tiempo les dio la razón porque todo lo que allí aprendimos, tanto a nivel personal como a nivel intelectual y deportivo, nos ha servido de mucho en la vida. Además, en ese colegio, conocí a una persona que hoy es uno de mis mejores amigos, Juan Carlos Martín “Charly”, el nieto de Don Seve. Era un chaval un poco peculiar, porque a todos los chicos de esa época nos gustaba jugar al fútbol y a él le gustaba jugar al rugby, un deporte que ni siquiera sabíamos que existía; el tiempo le ha dado la razón y ahora entiendo, que los peculiares éramos nosotros.
Realicé mis estudios de bachillerato en el Instituto “Alfonso VI” de Olmedo. La mayoría de la gente de Pedrajas se iba a estudiar al instituto de Íscar, me imagino que por que estaba situado más cerca; pero a mi padre le gustaba más que estudiara en Olmedo, ya que él era de Llano de Olmedo y se sentía más identificado. Otro gran acierto de mis padres porque es aquí donde conocí a mi mujer, Sara, además de a grandes amigos.
Terminado el bachillerato me fui a Valladolid a cursar la carrera de Magisterio. Durante mis años de estudiante, compatibilicé mis estudios con dos de mis hobbies:
• Uno es el fútbol. Me acuerdo cuando era niño, de ir todos los martes y los viernes al campo de fútbol viejo a ver entrenar a los mayores. Era mi sueño jugar algún día en ese campo y defender los colores del equipo de mi pueblo. Ese sueño se cumplió. Empecé jugando en la Peña “el Chaplín”, hasta que me traspasaron al C.D. Pedrajas. Jugué durante varias temporadas a las órdenes de nuestro querido entrenador Jandrín. Con él, conseguimos ascender a la categoría de regional preferente, máxima categoría donde nuestro equipo ha jugado en toda su historia. La mayoría de los jugadores éramos del pueblo y eso era una motivación extra para darlo todo en el campo. Pienso que la explicación de esos maravillosos años fueron los valores que este club siempre ha tenido, como son la disciplina, el trabajo, el respeto y el compañerismo. La clave del éxito fue el grupo de amigos, con nuestro capitán Marchena a la cabeza, el apoyo incondicional de nuestra afición, lo que nos llevó a disfrutar de esos bonitos años llevando el nombre de Pedrajas por todos los campos de fútbol de nuestra Comunidad.
Un placer haber compartido esos fantásticos años con todos esos grandes jugadores y con esa magnífica afición que nos apoyaba y acompañaba en todos los partidos ¡Gracias!
• El otro hobby, era ser camarero. Me gustaba mucho despachar; tanto me gustaba que mis padres me decían que me iba a montar un bar. La verdad es que disfruté mucho despachando, conocí a muchísimas personas, me sentía a gusto con lo que hacía y encima… te pagaban. Estuve varios años trabajando en algunos bares del pueblo, como en el café-bar “Chaplín”, en el restaurante “Pic-Nic” y sobre todo en el bar “Saylor”, donde formamos una gran familia de camareros: Jose, Marianito, Paqui, Pili, mi hermano, Jordan, Pernales y mi gran amigo Wiss “el lobo”, que más que un amigo, le considero un hermano.
Recuerdo que cuando terminábamos de despachar, nos íbamos al Feliche para continuar en la barra… pero desde del otro lado ¡¡ claro!! Esperábamos a que Ángel y sus camareros, Chavia y Rodri Fariles, terminaran de despachar, para irnos juntos a la discoteca a rematar el día.
¡Madre mía qué recuerdos!
Terminado la universidad me tocó cumplir con la Patria y me fui a hacer el servicio militar obligatorio. Por sorteo, fui destinado a la Academia de Caballería en Valladolid y durante los meses de mili que tuve que cumplir, ejercí dos trabajos, o como se suele decir en la jerga militar, tuve dos gorras. Por las mañanas era conductor de carros de combate y por las tardes, al tener la carrera de magisterio, daba clases a mis compañeros del cuartel que no habían conseguido sacarse el graduado escolar y así ayudarles a obtener dicho título.
Terminado el servicio militar, me presenté a unas oposiciones del Ministerio de Defensa, las cuales aprobé. Me acuerdo que los exámenes fueron en Madrid. Por aquel entonces había un Teniente de Pedrajas que estaba destinado en Madrid y que siempre estaba dispuesto a ayudar a cualquier pedrajero. Se llama Valentín y actualmente es otro de mis grandes amigos. No se me olvidará la orden que me dio cuando salí de la Academia como Alférez: “Si algún día tienes bajo tu mando a personas del pueblo, intenta ayudarles en todo lo que esté en tu mano”. Esa frase la he tenido siempre presente en mi memoria, es un lema para mí y siempre que ha sido posible, la he llevado a cabo. ¡ Gracias Valentín !
No puedo dejar pasar esta ocasión sin hablar de las peñas y pozales de nuestro pueblo. Son la alegría y el alma de nuestras fiestas; pandas de amigos que se reúnen en locales durante las fiestas para hablar, bailar, beber, comer, reírse, en una palabra, divertirse.
A lo largo de mi vida he pertenecido a varias peñas: de niño era de la peña “el Trébol”. De ella, recuerdo los desfiles por las calles y por la plaza de toros con nuestras pancartas, nuestros pañuelos y fajines, que te hacían sentirte mayor e importante. Era una peña de muchas personas, niños y mayores, ya que por aquel entonces las peñas competían unas con otras por ser la más grande.
Otras fueron la peña “el Rumbo” y la peña “el Trago”. Peñas que marcaron mi época de adolescente y que recuerdo con nostalgia. Era tal la ilusión que teníamos, que dos meses antes del inicio de las fiestas ya empezábamos a ir preparándola. Largas jornadas de trabajo, quitando las hierbas, cavando los agujeros para los pilares, clavando los costeros, echando arena limpia en el suelo o yendo a por retama o a por chopera al río, para darlas esa frescura y ese olor tan característico que tenían las peñas. Grandes amigos que por suerte sigo conservando. Doy las gracias de corazón a todos ellos.
Pero la peña, en la que más años llevo y con la que me siento más identificado, es sin duda, con la peña “La Plaga “.Toda una institución. Es la peña más longeva que actualmente existe en Pedrajas y que siempre se ha caracterizado por su alegría, su simpatía y su generosidad. Aunque la formamos amigos de distintas edades creo que eso no ha sido impedimento para que hayamos congeniado perfectamente unos con otros y pienso que el respeto que siempre nos hemos tenido ha sido el pilar fundamental para que siga subsistiendo. Me encantaría nombrarles a todos y hablar un poco de cada uno de ellos pero entiendo que este pregón se alargaría muchísimo y por eso quisiera darles las gracias a todos los miembros de la peña “La Plaga”, por todos estos años tan bonitos que hemos pasado y que, si Dios quiere, seguiremos pasando juntos. No podría dejar de hablar de mi peña sin nombrar a Javi “el de la Maura”, que la mala suerte de la vida ha querido que una enfermedad irreversible le haya impedido seguir disfrutando de ella. Mucha fuerza y mucho ánimo para Javi y para Emi. También recordar a cuatro de nuestros componentes que ya nos están con nosotros pero que siempre les tendremos presentes: Tinín, Alfredo “el de Conrado”, Concha y Juan Carlos Vela. A todos ellos también les dedico este momento.
Agradecer a mi familia y a mis amigos, ese apoyo incondicional que siempre me han dado, por estar ahí en los buenos y en los malos momentos, escuchándome, apoyándome y dándome los consejos necesarios que necesitaba en cada momento. Gracias de corazón.
Felicitar a Rocío, Lucía y Sofía, nuestras guapísimas reinas de este año, representantes de la juventud pedrajera, que disfruten de su reinado y que transmitan su alegría, su juventud y su ilusión a todos los pedrajeros y visitantes; a todo el mundo.
Y a todos los pedrajeros y visitantes que estos días llenarán las calles de nuestro pueblo, decirles, que se diviertan, que gocen, que disfruten de las fiestas, que después de los dos años duros que hemos pasado por esta injusta pandemia, ya es hora de divertirnos.
Que pasemos unas Felices Fiestas de San Esteban y San Agustín.
Y ahora gritar conmigo:
¡ Viva San Esteban y San Agustín ¡
¡ Viva la Virgen de Sacedón ¡
¡ Y que viva el Niño Chiquitín ¡
¡ Viva Pedrajas ¡
Muchas gracias.
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