jueves, 29 de agosto de 2024

SAN AGUSTÍN 2024 / LA VÍSPERA

 Si ayer, día 28, por la mañana, celebrábamos la función religiosa en honor de San Agustín, por la tarde daban comienzo las fiestas profanas con el día de la víspera.

A las cinco, la inauguración oficial, con el disparo de bombas -dichosas bombas- y el repique de las campanas de la iglesia al vuelo. La Banda de Música de la Asociación Musical “Perindola” comenzaba un nuevo pasacalles por una parte de la población.

A esa hora, tan temprana como calurosa, comenzaban a congregarse en las pistas deportivas del parque “Jardines de Castilla” niños y gente jovencilla, calándose unos a otros con el agua del estanque de la fuente. Nosotros, por estar ocupados en publicar la crónica del día anterior no hemos acudido hasta las seis, poco antes de dar comienzo el desfile de las peñas. Un desfile en el que nos pareció que algunas personas -tal vez miembros de la Asociación de Peñas de Pedrajas- animaban a la juventud presente con cánticos y movimientos.

Con los chicos de la charanga La Gaveta en cabeza, el desfile tomó la calle de San Andrés, donde algunos vecinos esperaban para refrescar a los que pasaban arrojando agua sobre sus cabezas desde el balcón. Al llegar a la Avenida de España no se detuvieron -como otros años- a posar para la prensa y, a toda pastilla, llegaron a la carretera de Alcazarén. Aquí sí que notamos más bullicio que otros años… y más animación. En las fotos lo comprobaréis.

Después, ya se sabe, la calle del Pozo Bueno, coincidiendo con el recorrido de los encierros, la Plazuela de la Fuente del Caño, con su churrería y puesto de venta de juguetes para los niños… y la Plaza Mayor.

Allí, a las siete en punto de la tarde, a los sones del himno nacional, interpretado por algunos de los músicos de nuestra Banda, sobre todo jóvenes, las Reinas de las Fiestas  izaron las tres banderas oficiales hasta lo alto de la Casa Consistorial, junto a la campana del reloj de la villa, medio escondida.

Después de unas palabras en altas, pero que muy altas voces, del señor alcalde a la juventud, preguntándoles si de verdad querían que comenzaran las fiestas, surcaba los cielos un cohete volador que estallaba en el aire: era el chupinazo que anunciaba el comienzo oficial de las fiestas. Y con el chupinazo, el agua va, desde el balcón del Ayuntamiento. Agua y más agua, fresquita, lloviendo sobre la gente joven, arrojada por las Reinas y por algunos miembros de la Corporación municipal, recogida en cubos de unos bidones o saliendo directamente de una manguera. Junto a ellos, en primera fila, algunos niños atrevidos, iniciándose en esta costumbre ya tradicional de nuestras fiestas principales. 

Un año más, aquí en la Plaza y antes en el desfile, los cantos habituales de los jóvenes de este día festivo, dedicados especialmente a nuestros queridos vecinos de Íscar [Iscariote el que no bote es… o Pedrajas en fiestas, Íscar j…] También nos pareció oír Que bote el tonto del bote y Que boten las reinas. En el olvido han quedado ciertos cantos reivindicativos de las fiestas del año pasado referidos a las piscinas y al ferial.

Acabado el agua va, quedaba mucho tiempo por delante para cambiarse de ropa, dar una vuelta por las calles del centro, tomarse algo en alguna terraza… y buscar un buen sitio donde ver el primer encierro de las fiestas, en las talanqueras, en los burladeros de las casas, en las tapias de los corrales o en la Plaza de Toros, en la que se cobraba la entrada, porque al final había probadilla. Y la Plaza volvió a estar llena... 

Poco después de las ocho y media de la tarde, comenzó el primero de los encierros, abriéndose momentos antes las puertas grandes del coso. Desde el balcón familiar de la calle del Alamar vimos salir a la calle, de uno en uno, tres novillos, de color negro, que no dieron mucho juego, al menos en el tramo que desde allí se domina.

El primero cayó varias veces por tierra y en una de ellas, tuvieron que ayudarlo a levantarse tirándole del rabo. Al final, regresó rendido a la plaza. El segundo, de color rojo oscuro, salió con fuerza a la calle, barriendo las talanqueras a su derecha. Al final de ellas, sorprendió a un grupo de jóvenes que llevaban una bolsa de plástico con botellas de bebidas alcohólicas, que resultaron rotas al instante, cayendo el líquido al suelo, no sabemos si por una cornada o al chocar contra las talanqueras. Después soltaron a los bueyes, tres grandes y uno muy pequeñito, que causó sensación. La probadilla posterior nos dicen que resultó entretenida. Nuestros encierros merecen replantearse.

GALERÍA FOTOGRÁFICA












































































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