Igual que ayer. Mientras muchos de nosotros dormíamos la siesta, descansando del ajetreo de estas fiestas, ha comenzado a llover. Eran las cuatro y media de la tarde, poco más o menos. Durante bastante rato, en cantidades moderadas. Pero no dejaba de llover. Así hasta las siete de la tarde, aproximadamente, en que se ha desatado un nuevo diluvio, una lluvia torrencial, más que ayer, que ha vuelto a colmar las alcantarillas y a llenar de agua muchas calles del pueblo. Ha llegado, incluso, a caer algo de granizo en algunas partes.
Finalmente, ha salido el sol por el poniente y el día ha vuelto a clarear. Y ha escampado. Y la gente ha salido a la calle, a ver cómo estaba todo, también a colaborar con las autoridades y empleados del Ayuntamiento, que enseguida han adoptado algunas decisiones. Una de ellas, controlar el paso de vehículos por la carretera de Alcazarén, en el tramo inundado, pidiendo a los conductores que circularan despacito para no levantar olas que pudieran entrar en las casas.
Hemos tomado algunas fotografías, no muchas, no era cuestión de repetir las mismas secuencias de ayer tarde. A la hora de redactar estas palabras, se está celebrando el concurso de cortes, una decisión que se ha tomado examinando los mismos recortadores el estado del albero de la Plaza de Toros.
Por la mañana, los niños -también algunas padres y abuelos- han disfrutado con el encierro infantil, que ha tenido como grandes protagonistas a un grupo de pequeños cabestros, que los niños han podido ver y tocar, de cerca, muy de cerca. El calor, al mediodía, presagiaba ya la tormenta de la tarde. Mañana anuncian nuevas tormentas. Virgen de Sacedón, que se reparta. ¿Conocéis el origen de este dicho?
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