En el verano de 2014, un grupo de personas devotas de la Virgen de Sacedón se reunieron para acudir andando -a primera hora de la mañana, nueve días seguidos- hasta la ermita de Sacedón, rezando al mismo tiempo el rosario, con sus letanías. Y una vez llegados al santuario, dedicar a Nuestra Señora, cada día, un capítulo de su novena. Con el paso de los años, esta sencilla ofrenda de los hijos de Pedrajas a su excelsa Patrona, se va convirtiendo en tradición, con una fecha fija para su inicio: el día 4 de agosto, siguiente a la festividad de san Esteban.
Hoy concluía el novenario de este año y a las ocho y medía en punto, nos hallábamos en el punto de partida del camino verde de Sacedón, lugar de salida. A esa hora de la mañana, mucha animación, gente yendo y viniendo, en su mayor parte caminando, algunos también en bici o corriendo. Poco a poco, han ido llegando los participantes, de varias edades, también algunos niños. En total, unos treinta.
Llegada la hora, hemos tomado la salida, agrupados, rezando el rosario y las letanías, hasta pasados los gallineros. Después, hablando, hasta llegar a la ermita y rezar la novena, como hemos dicho. Por ser el último día de este año, se ha cantado la salve y se han lanzado los habituales vivas a la Virgen y al Niño chiquitín. Finalmente, ha habido unas palabras de recuerdo para los que ya no están entre nosotros y el deseo de volver a reunirnos de nuevo el año que viene, por esta época, esperemos que con tiempo más fresco.
El regreso ya es libre, cada uno a su aire: unos otra vez a pie, otros ya en coche. Y por tratarse del último día -también por costumbre- los participantes hemos tomado un buen desayuno en el bar La loba, a la sombra, que el calor ya comenzaba a apretar. Un rato para estar juntos, pasándolo bien, que también es importante. Y para pasarlo mejor todavía, hemos contado con la actuación de un mago de la tierra: el joven Rodrigo López García.
por estas fechas,
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