Con estas palabras ha comenzado don Domingo su homilía en el funeral córpore insepulto por el alma de Miguel Ángel Merlo, queriendo resaltar cómo su muerte ha sido sentida por todo el pueblo de Pedrajas, por toda la comunidad, que se ha acercado hasta el tanatorio para dar el pésame a su familia y ha acompañado esta mañana de domingo en el camino con sus restos mortales hasta la iglesia.
El féretro -conducido a hombros por familiares y amigos- ha emprendido su marcha entre una salva de aplausos por parte del numeroso público presente: familiares, amigos, compañeros del Ayuntamiento, gente del mundo del caballo, del toro, senderistas del club Los Cardiales, no solo de Pedrajas, sino también de otros lugares de la región. La iglesia, llena por completo, algunos de pie. Otros muchos, fuera del templo, ante las puertas, que se encontraban abiertas de par en par, para poder seguir la ceremonia.
Tan grande acompañamiento es la mejor muestra de que Miguel Ángel era una persona muy querida en Pedrajas y en otras muchas partes, por lo que su muerte ha sido muy sentida y deja en nosotros honda huella y un grato recuerdo.
Descansa en paz, amigo.
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