En la semana previa a las fiestas de la Exaltación de la Santa Cruz, la Asociación de Mujeres de Vallelado organizó, ayer sábado, día 6, el III Recital de Poesía, Música y Danza ´Voces del pueblo´. Como escenario, el Patio de las Escuelas, al aire libre, una vez anochecido. Daba gusto ver a todo un pueblo reunido asistiendo entregado a las actuaciones de sus convecinos: niños, jóvenes y mayores.
En Vallelado vive desde hace años Bety de Medina, una bisnieta del poeta pedrajero don César de Medina Bocos (1873-1959), que participó en la celebración recitando un conocido poema de su bisabuelo titulado El puño de simiente, que tuve el honor de presentar con estas palabras.
VALLELADO / RECITAL DE POESÍA / 6 DE SEPTIEMBRE DE 2025
En la fachada de una casa solariega de Pedrajas, una placa de mármol recuerda que, en ella, siglo y medio hace, nació el gran poeta cantor de Castilla don César de Medina Bocos.
Hombre de leyes, diputado provincial, gobernador civil de Murcia, Almería, Vitoria… y además, hombre versado en letras. Unió su vida a la de doña Ulpiana de Castro, natural de Serrada, y en dicha villa, entre viñedos y tierras de labor, encontró don César sosiego para su alma y fuente de inspiración para sus versos.
Doce hijos tuvieron. El primero de ellos, Antonio, teniente de Artilleria, dio su vida por la patria en el Desastre de Annual, año de 1921, en la guerra de África. Del dolor por la muerte de su primogénito nació un conjunto de poemas titulado Grito del alma. Otros de sus hijos e hijas sobresalieron por su dedicación a la poesía, la pintura o la escultura, fruto del ambiente cultural que reinaba en aquel hogar.
¿Y qué relación tiene el poeta del que hablamos con Vallelado? −os preguntaréis.
−Muy cercana.
Aquí entre vosotros vive una bisnieta suya llamada Bety de Medina, que se dispone a recitar El puño de simiente, un poema que evoca el momento en que un labrador, antes de empezar a sembrar, dirige unas emotivas palabras a los granos de trigo que sus manos van a derramar en los surcos abiertos por el arado en la tierra. ¡Con todos nosotros, Bety de Medina!
EL PUÑO DE SIMIENTE
Espigas y racimos / Valladolid, 1915, pág. 163.
tomo un puño de grano,
y poniendo la mano
extendida a la altura de la frente,
a los granos de trigo
con sincera emoción, así les digo:
luego de los arados
el aguzado hierro,
rajando por mitad el duro cerro,
os dejará en el hoyo sepultados.
Bien podéis estar ciertos
que enterrados seréis, ¡pero no muertos!
Quien enciende del sol la viva llama
y en los campos derrama
la lluvia bendecida,
os dará nueva vida.
un tallo a cada grano de este puño
os ha de dar, agudo como lanza,
y verde; ¡del color de la esperanza!
os libre del estrago
del hielo y el granizo destructores;
madure los verdores
con que habéis de alegrar la primavera.
y premie mis afanes y sudores
concediéndome veros, de la era
volver, ciento por uno, a mi panera.
que sois del hombre el natural sustento
y servís de alimento
lo mismo al rey que al último mendigo.
porque bajo tu cáscara dorada
quiso Dios concederte
que guardes la blancura inmaculada
que en la Hostia consagrada
en el Cuerpo de Cristo se convierte!”
y después de besarlo,
en el aire la cruz tracé al tirarlo
repartido en distintas direcciones;
y avanzando en el surco el pie derecho,
eché a andar, a lo largo del barbecho,
repartiendo a los lados bendiciones!