jueves, 5 de octubre de 2023

MAQUETOS, CHARNEGOS Y BOTIFLERS (1)

De acuerdo con el Diccionario de la Real Academia Española (RAE):

MAQUETO: Inmigrante (en Euskadi) que procede de otra región española y no conoce ni habla vasco. Nota: Acepción despectiva derivada del euskara “maketo”.

CHARNEGO: Inmigrante en Cataluña que procede de otra región española de habla no catalana. Nota: Acepción despectiva derivada del catalán “xarnego”.

BOTIFLER. Felipista, partidario de Felipe V, colaboracionista. Nota: Acepción que no figura en el Diccionario de la RAE, sino en el Diccionario Catalán.

MAQUETOS

De acuerdo con la mitología euskalduna, los vascos son un pueblo ancestral que nada tiene que ver con el resto de los habitantes de la Península Ibérica, y su procedencia se entronca con el mismísimo Tubal, hijo de Jafet y nieto de Noé, que vino a poblar estas tierras después del diluvio universal. Al menos así se cuenta en la literatura elaborada por los pioneros del nacionalismo vasco (Sabino Arana dixit). Fuente: “El linaje de Aitor. La invención del nacionalismo vasco” (1984) y “El bucle melancólico” (1997), del ensayista e intelectual vasco Jon Juaristi.

La mitología vasca es muy larga en el tiempo. Según ellos, Euskal Herria estuvo libre de la ocupación que sufrió el resto de la Iberia durante siglos, sobre todo de la dominación romana y de la invasión musulmana. Recientes hallazgos ponen en duda esas afirmaciones en cuanto a Roma. Respecto de los árabes, decir que al menos pasaron por allí para invadir Francia, siendo derrotados por Carlos Martel en Poitiers, en el año 732. Si no se quedaron a la vuelta sería porque no les gustaba el clima lluvioso de la zona.

En la Edad Media los señoríos de Vizcaya, Álava y Guipúzcoa estaban bajo la protección de los reyes castellanos, lo que pone de manifiesto la indiscutible relación e interdependencia con Castilla, aunque se pretenda que la tenían con Navarra. Cuando se inicia la Edad Moderna con el descubrimiento de América, fueron muchos los vascos que participaron en la conquista y colonización del nuevo continente. La toponimia americana así lo atestigua.

Las guerras carlistas del siglo XIX fueron un duro golpe para la prosperidad que España merecía en esa primera centuria de la revolución industrial. Desgraciadamente, la Vasconia más rural se alineó con los partidarios de la ley vieja y el conflicto se cronificó: del carlismo se pasó al nacionalismo. A pesar de mantenerse el concierto económico, la aparición de una primera inmigración castellana en busca de trabajo en las ferrerías vascas exacerbó el nacionalismo más rancio, capitaneado por el mencionado Sabino Arana Goiri.

Nacido en una familia carlista de clase media de Bilbao, pronto destacó como pensador, periodista y político, contrario a la inmigración porque ponía en peligro la “pureza de la raza vasca”, debido a la proliferación de trabajadores no vascos, llamados despectivamente “maketos”. Las malas lenguas (fake news) de la época cuentan que se enamoró de una joven no vasca, es decir, una “maketa”, pero que su “religión” no le permitía casarse con ella. En su lugar, lo hizo en secreto con una joven euskalduna de origen humilde. Integrismo católico, racismo, antiliberalismo y antisocialismo fueron las piedras angulares de su pensamiento. Más adelante suavizó su ideología.

La república y la guerra civil pusieron de manifiesto las enormes contradicciones de la sociedad vasca (“El hijo del acordeonista”, de Bernardo Atxaga). También de la española en su conjunto. Opino que si el nacionalismo vasco, entonces más cercano ideológicamente al bando de Franco, se hubiera alineado con el dictador, es muy posible que ETA no hubiera existido, y nos habríamos ahorrado el sufrimiento de tantas familias durante los largos años de la sinrazón terrorista (“Patria”, de Fernando Aramburu). Pero eso es hacer historia-ficción. Lo que no es ficción, pero sí una anomalía, una anomalía histórica, es el régimen que padecimos durante 40 años.

Desde la llegada de la democracia, esta piel de toro -de cuya historia a veces nos avergonzamos-, ha disfrutado una importante e incuestionable secuencia de progreso y bienestar. El País Vasco es uno de sus territorios con mayor renta per cápita. El término maqueto es una reminiscencia del pasado. Hay una convivencia magnífica entre las gentes que lo pueblan al margen de su procedencia. Sólo quedan pequeños rescoldos, todavía no apagados en ciertas zonas, donde el fanatismo separatista pretende manipular el relato de los muchos años de sanguinaria actividad.

Esperemos que nadie vuelva a sacudir el árbol para que se lleven las nueces los de siempre!!!

Ángel Santos

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