Antiguamente era costumbre en todos los pueblos salir en procesión, varios días al año, hasta el campo o hasta alguna ermita cercana, cantando las letanías de los santos, con el fin de bendecir las mieses y rogar a Dios que los pedriscos, las plagas de langosta o la falta de lluvia no destruyeran las cosechas. Uno de esos días era hoy, 25 de abril, en el que la Iglesia celebra la festividad del evangelista San Marcos evangelista.
En algunas ocasiones, a pesar de haber realizado las rogativas habituales, las cosechas estaban en peligro y era necesario celebrar otras con carácter extraordinario. En mayo de 1726, por ejemplo, se sacó a Nuestra Señora de Sacedón en rogativa alrededor de su ermita, seguramente por la falta de agua.
En tiempos posteriores no volvemos a encontrar noticias escritas de esta costumbre. Sin embargo, algunas personas mayores de nuestro pueblo recuerdan haber visto salir en procesión a la Virgen de Sacedón desde la iglesia de Pedrajas, donde se hallaba en novena, seguramente para pedir el agua, hasta el camino del Cementerio y la cotarra de la Calera .
Poner en novenas a los santos de su devoción era otro recurso habitual en todos los pueblos; en Pedrajas, a su santa patrona, la Virgen de Sacedón. Gran parte de estas novenas y rogativas tenían como finalidad pedir el agua para los campos, en épocas de sequía pertinaz. Durante su celebración, los devotos entonarían ciertos cantos, de carácter plenamente popular, en solicitud de tan necesaria lluvia.
Los cantos para pedir el agua recogidos en nuestro pueblo, se asemejan en la forma y en el fondo a los que se cantaban en otros lugares, con las lógicas referencias a la Virgen de Sacedón, a Pedrajas, al río, a los tomillares, etc. El carácter popular se pone de manifiesto en el empleo de estrofas de cuatro versos octosílabos, con rima asonante en los pares, al estilo de los romances. Las estrofas conservadas pueden organizarse en torno a tres momentos: petición de la lluvia, agradecimiento por haberla enviado y despedida a la Virgen.
En los versos destinados a solicitar el agua, los devotos se presentan ante María en actitud humilde, reconociéndose pecadores. Aunque confiesan no ser merecedores del agua, confían plenamente en María y le piden que interceda ante Dios, que se halla muy ofendido por los pecados de los hombres y mujeres. El clamor de la plegaria se intensifica al manifestar que niños inocentes y personas enfermas carecerán de sustento, igual que los pajarillos y ganados. Un último recurso consistirá en solicitar la mediación de San Isidro, abogado de los labradores, del Sagrado Corazón de Jesús e incluso del mismo Niño Chiquirritín que tiene en sus brazos la Virgen.
Los cantos para pedir el agua, sin duda de gran antigüedad, han venido transmitiéndose de unas generaciones a otras hasta nuestros días, ya que perviven en la memoria de muchas mujeres mayores de nuestro pueblo. Algunas de ellas los copiaron en papel para mejor cantarlos ante la Virgen.
CANTOS PARA PEDIR EL AGUA A NUESTRA SEÑORA DE SACEDÓN
venimos a tu novena
y te pedimos, Señora,
el agua para las tierras.
Míranos, Virgen María,
a los hijos de Pedrajas,
de rodillas te pedimos
que nos concedas el agua.
Como estáis en ese trono,
tan resplandeciente aurora,
con humildad te pedimos,
danos el agua, señora.
¡Oh, Virgen de Sacedón,
mira con ojos de gracia
hombres, niños y mujeres
que te pedimos el agua!
La Virgen le pide agua
a su Hijo soberano,
me tienen muy ofendido,
Madre mía, los cristianos.
Danos el agua, Señora,
aunque no lo merezcamos,
que si por merecer fuera,
ni la tierra que pisamos.
Las nubes vienen cargadas
desde el río de Jordán,
son tantos nuestros pecados,
no las dejan descargar.
¡Oh, Virgen de Sacedón,
todo lo podéis hacer,
aplacar los aires cierzos,
poner nubes y llover.
¡Oh, Virgen de Sacedón,
como estás cerca del río,
envíanos pronto el agua,
que se nos secan los trigos!
Nos lo pones a la vista
y el aire lo desvanece,
déjalo caer, Señora,
antes que el campo se seque.
Son tantos los aires fuertes
que todo lo van a secar,
tiende tu mano, Señora,
para poderlo aplacar.
Ayer tarde salí al campo
y vine desconsolada
de ver los pajarillos
que a voces pedían agua.
Las cebadas se nos secan,
los trigos se nos marchitan,
dadnos el agua, Señora,
porque bien lo necesitan.
A Vos recurre el enfermo,
a Vos recurre el soldado,
a Vos la madre afligida,
todos venimos llorando.
Nadie mejor que María
sabe la necesidad
y por eso te pedimos
hágase tu voluntad.
Dadnos el agua, Señora,
que bien nos lo podéis dar,
que en vuestro pecho tenéis
una fuente manantial.
El niño con su inocencia
y el enfermo desde el lecho
piden el agua a María,
para tener el sustento.
¿Qué será de aquella madre
con los seis hijos al lado,
todos pidiéndola pan
y sin tener un bocado?
Los ganados piden hierba,
los niños piden pan,
nosotros pedimos agua,
Señora, si nos la das.
¡Oh, Virgen de Sacedón,
no miréis nuestros pecados,
mirad por los inocentes,
que nos piden pan llorando!
¿Qué es aquello que reluce
en aquel altar mayor?
Son los ojos de María
que pide el agua a Dios.
“¿Qué es aquello que reluce
entre aquel rosal florido?
La Virgen de Sacedón
que viene a regar los trigos.
“¿Qué es aquello que reluce
en aquellos tomillares?
La Virgen de Sacedón
que viene a regar los panes”
¿Qué es aquello que reluce
entre aquellas nueve velas?
La Virgen de Sacedón
que viene a regar las tierras.
que, inocentes como tú,
no los dejes morir de hambre!
San Isidro Labrador
saca el agua de un peñasco,
que ahora tienes la ocasión,
que se nos secan los campos.
La Virgen de Sacedón
consulta con San Isidro,
hay que mandarles el agua,
para que crezcan los trigos.
¡Oh, San Isidro bendito,
mira por el labrador,
que un año en el campo emplea,
por coger lo que sembró!
Tres días llevamos, Madre,
haciéndote la novena,
y nos has mandado el agua
para regar nuestras tierras.
agua para nuestros trigos
y hoy te vengo a dar las gracias
por haberlo concedido.
Como eres tan bondadosa,
enseguida lo has mandado,
hoy te vengo a dar las gracias
por habernos escuchado.
Siempre que a Ti recurrimos,
¡oh, Virgen de Sacedón!,
nos has mandado la lluvia,
¡oh, Virgen, Madre de Dios!
Esto se lo agradecemos
a nuestra Excelsa Patrona,
no nos olvides jamás
hasta nuestra última hora.
Emperatriz de los cielos,
hija del eterno Padre,
te damos gracias, Señora,
por haber regado los panes.
¡Oh, Virgen de Sacedón,
qué cariñosita eres,
tanto como te ofendemos
y tanto que nos proteges!
¡Cómo vamos a olvidarte,
oh, Virgen de Sacedón,
si en tu divina persona
tenemos el corazón!
Hasta los pájaros cantan
de veros en esta ermita,
has venido a repartir
toda tu gracia bendita.
Todo el pueblo emocionado
y a dar gracias a la Virgen
por haber llovido ya.
Ayer te pedía, Madre,
agua para nuestros trigos,
hoy te vengo a dar gracias
por haberlo concedido.
Llenos de fe y esperanza,
para pedirte, Señora,
agua para las tierras.
Como eres tan bondadosa,
enseguida nos lo has mandado,
te doy un millón de gracias
por habernos escuchado.
Aunque somos pecadores,
teníamos la esperanza
de que nunca olvidarías
a los hijos de Pedrajas.
¡Oh, Virgen de Sacedón!,
de corazón se te ha pedido
que nos enviaras el agua
y al fin nos lo has concedido.
Madre mía, nuestros hijos
llorando nos piden pan
y Tú nos has mandado el agua
para podérselo dar.
¡Oh, Niño chiquirritito!,
ayudadme a dar las gracias
a tu Madre milagrosa
por haber mandado el agua.
Ya que agua nos has dado,
con humildad te pedimos
que apartes las nubes malas
y se conserven los trigos.
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