Eran las cinco y cuarto de la mañana, más o menos, cuando el ruido de gente corriendo por la calle me despertó y sobresaltó. Me asomé a la ventana de mi habitación para saber qué sucedía y vi pasar a unos chicos jóvenes apresurando el paso. Sin más.
Me metí de nuevo en la cama y enseguida volvió a oírse ruido en la calle. Asomado nuevamente a la venta pude ver a otro joven, vestido con cazadora militar de camuflaje, arreando por detrás a una oveja. No pude contenerme, abrí la ventana y le grité:
−Desgraciado, ¿qué haces?
−Tu padre −me respondió− y echó a correr a toda velocidad, abandonando a la pobre oveja que, es de suponer, regresaría a su redil. Este hecho real ha sucedido en la calle Gallegos, esquina a calle Humilladero, en la madrugada de hoy, sábado, día 18 de febrero.
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