sábado, 17 de julio de 2021

CIRILO SANZ, EL ABUELO DE ÍSCAR... Y DE PEDRAJAS

Con cierto retraso felicitamos al señor Cirilo Sanz Sanz por haber cumplido 102 años de edad el pasado 9 de julio. Según cuenta Cruz Catalina en un artículo publicado en la edición digital de El Norte de Castilla, vive parte de su tiempo en Pedrajas, en casa de su hija María Luisa (Biomasas Herrero.)

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CIRILO SANZ SANZ, "EL ABUELO DE ÍSCAR", CUMPLE 102 AÑOS

El hombre lleva media vida en el municipio vallisoletano, desde que se trasladase con su mujer en 1968

Cirilo Sanz, "el abuelo de Íscar". / CRUZ CATALINA

CRUZ CATALINA. Lunes, 12 julio 2021, 22:34

Nació en Torre de Peñafiel, pero se siente orgulloso de ser un iscariense más. Cirilo Sanz Sanz ha vivido más de la mitad de su vida en la villa carpintera desde que, en 1968 y junto a su esposa, Luisa Plaza San José, decidieran trasladarse al lugar. Les acompañaban sus cuatro hijos, Inés, la primogénita; Luis, fallecido en 1975 en un accidente laboral en los astilleros La Naval de Sestao, en Vizcaya; Santos, empresario hostelero que durante años presidió la asociación iscariense de dicho gremio; y María Luisa, copropietaria de una empresa de elaboración y comercialización de biomasa en la vecina Pedrajas de San Esteban.

Este viernes 9 de julio, Cirilo Sanz Sanz cumplía 102 años de edad, un hecho insólito ya que, hasta ahora, solo lo habían protagonizado mujeres. La cifra, llena de connotaciones de todo tipo, le hace acreedor por derecho propio del simbólico título 'abuelo de Íscar' y por lo que daba gracias a Dios en una jornada presidida por la alegría del momento y el recuerdo hacia quienes ya no están.

Cirilo, que era el menor de los cinco hijos que tuvieron Emeterio Sanz y Eustaquia Sanz, fijó su residencia en Íscar un 11 de noviembre, festividad de San Martín para más señas, tras conseguir un contrato de trabajo en la hoy día cerrada fábrica de piensos compuestos Mubers. Allí, en la propiedad de la familia Muñoz, fue donde desarrolló su etapa laboral hasta que fue jubilado antes de cumplir la edad reglamentaria por un problema de reducción de la capacidad visual. Esto fue consecuencia de una ulceración en ambos ojos mientras desarrollaba tareas agrícolas con abono químico en su pueblo natal. El problema todavía persiste, pero eso no le impide desarrollar una vida más o menos normal, pero con algunas limitaciones.

Desde 1989, año en que falleció su esposa, reside a razón de una semana con cada uno, con sus tres hijos a caballo entre Íscar y Pedrajas de San Esteban, localidades en las que viven estos y en las que siempre ha tenido muchos y buenos amigos. Algunos son tristemente recordados pues no han tenido la suerte de vivir tantos años como él. Cortas temporadas que le permiten no perder el contacto con los suyos, y razón por la que tiene su propio armario en casa de cada uno de ellos para así no tener que hacer y deshacer la maleta.

Buen conversador, aficionado a las películas americanas del oeste, pasear, el vino a media mañana -y media tarde-, el café después de comer, ha tenido que modificar algunos de sus hábitos a causa de la pandemia. Pero por encima de todo, una de las cosas que más disfruta Cirilo son los ratos en los bares con su amigo Mariano. «Sin duda es una de las cosas que más he echado de menos, porque a la familia, gracias a Dios, la he podido seguir disfrutando».

 

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