martes, 1 de agosto de 2017

FELICHE, 96 AÑOS

Hoy, primer día del mes de agosto, cumple 96 años de edad el señor Félix Arranz Herrero, conocido desde que era pequeño como Feliche. Ahora mismo es el segundo hombre de mayor edad en Pedrajas, siguiendo los pasos del señor Alejandro, el Carretero, que ya ha alcanzado los 98 años. Con este motivo nos hemos acercado hasta su domicilio para felicitarle y rogarle que nos contara algunos hechos de su vida.

“Nací tal día como hoy del año 1921. Mi padre se llamaba Félix Arranz Hidalgo, de la familia de los Mochuelos. Mi madre, Micaela Herrero Martín, conocida también como la Mariquera. Mi padre trabajaba como obrero en el campo, a todo lo que le saliera, también a las piñas. Segando, perdió la vista en un ojo con una espiga de trigo. Después, de un trompazo con una ramera de pino, dejó de ver con el otro. Se quedó ciego del todo, el hombre.

Hemos sido seis hermanos: María, Crescencio, Celestino, Severina, Emilia y yo. Emilia murió a los 17 años, no recuerdo muy bien de qué, porque yo era un crío. Dijo el médico que si la entraba el hipo, se moriría, la entró… y se murió.

Hasta los catorce años fui a la escuela, que estaba en la parte de atrás del Ayuntamiento de antes, abajo. Solo asistía cuando no tenía que trabajar. Aunque era un niño, me tocaba ir a escardar las malas hierbas, a escoronar la remolacha y a atar los haces en el verano, como rapaz de los segadores. De mis maestros, recuerdo a don Benito, que era bajito, y a don Justi, que ya hablaba con la Confitera, que vivía al lado de las escuelas.

En 1935, con catorce años, dejé la escuela y entré a trabajar como carpintero en el taller del señor Emilio Hurtado, el Rojillo. Con dieciséis años me corté, en el tupí, tres dedos de la mano izquierda (índice, corazón y anular), dos falanges de cada uno. Otro día, en el mismo taller, perdí todo el dedo corazón de la mano derecha, en la sierra. Estuve quince años con el señor Emilio y luego otros quince en el taller del señor Mariano Salamanca. En ese tiempo, a los 27 años, me casé con Concepción Martín Adanero, Concha, y nacieron los tres hijos: Juanjo, Félix y Ángel.

Feliche y Concha, un día de boda. 
Foto: Raúl Núñez. Valladolid.

En el año 1958, aproximadamente, me dio la idea y abrí el bar, en la parte de abajo de la casa. Los padres de mi mujer, Severiano y Paca, tenían desde hacía mucho tiempo uno de los bares más antiguos del pueblo, el bar Castellano, allí al lado, en la Plaza. Durante unos ocho años seguí trabajando de carpintero por el día, abriendo el bar por las noches y el fin de semana.

Al principio el bar se llamaba El Campillo, que era el nombre que entonces se daba a la plazuela donde está. Luego ya, bar Feliche. Siempre he estado muy contento con el bar, acerté al ponerlo. Trabajé muy bien los aperitivos: los calamares, las gambas a la plancha y rebozadas, cangrejos y caracoles, pinchos variados y peces del río fritos, unidos de cinco en cinco, por las cabezas, con un palillo.

Programa de las fiestas de Pedrajas, año 1960.

Programa de las fiestas de Pedrajas, año 1961.

Al cumplir los 65 años, en 1986, me jubilé, quedándose al cargo del bar Ángel, el hijo pequeño, que sigue con él, con los mismos aperitivos, aunque ahora la fama la tienen los calamares.

 Concha y Feliche con sus hijos Félix y Ángel.

 Feliche con su hijo Juanjo y Román Martín.

Juanjo con Tomás Sánchez.

Vivo bien, aunque tengo mis problemas, a veces me caigo sin enterarme. He estado en alguna ocasión muy mal, que si me iba para el otro mundo o me quedaba… Del oído siempre he andado mal, primero por los ruidos del taller de carpintería, luego por los del bar. Pero con 96 años, ¿qué vamos a pedir? Me gusta pasear por la calle, a la puerta de casa, hablar con la gente que pasa a la compra o a hacer recados.

En el bar, con la edad que tengo, ya no me dejan hacer nada, es lógico. Bueno, a escondidas, todavía recojo algún vaso que dejan por ahí perdido. Y hablo con unos y con otros, me dedico a las relaciones públicas, como ahora se dice.”



 Feliche hoy, 1 de agosto de 2017, día de su  96º cumpleaños.

Y así ponemos fin a la entrevista. Nos queda tomar unas fotos, dentro y fuera del bar, que con otras que Feliche conserva en el álbum familiar, ilustrarán este sencillo artículo, escrito como homenaje a uno de los personajes característicos de Pedrajas. Con tanta foto y a modo despedida, me dice en clave de humor: “A ver si salgo bien en las fotos y viene alguna a buscarme.”

Carlos Arranz Santos
1 de agosto de 2017

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