PREGÓN
DE LAS
FIESTAS
DE
SAN ESTEBAN Y SAN AGUSTÍN
2015
***
PRONUNCIADO
POR
D. RAÚL ARRANZ PÉREZ
Maestro pastelero, hijo de esta Villa
**
Pedrajas de San Esteban
2 de agosto de 2015
Buenas noches:
Señor Alcalde, miembros de la Corporación Municipal, autoridades, reinas salientes y entrantes, pedrajeros y pedrajeras, aquí presentes.
En primer lugar, deseo expresar mi agradecimiento más sincero a esta nueva Corporación Municipal y en especial al señor Alcalde, Alfonso Romo Martín, por la invitación a ser el pregonero de las fiestas de San Esteban y San Agustín 2015. Para mí, es el mayor de los honores que puede tener un hijo de este pueblo.
Nací en Pedrajas hace 58 años en el seno de una familia humilde, como eran entonces la gran mayoría de las familias. Desde pequeño siempre me llamaron la atención los fogones, y de las pocas veces que por entonces se iba a Valladolid, me recorría los escaparates de las pastelerías: algo corría en mi interior, que me tiraba el oficio.
Con 17 años ingresé en la escuela de pastelería de Madrid, gracias a la mediación de Antonio Miguel Oñate de Pedro, porque no tenía la mayoría de edad. Tras aquel primer curso de iniciación, el resto de mi formación fue desarrollándose a través de diferentes cursos y cursillos por diversas ciudades de nuestra geografía (León, Madrid, Barcelona) y de la vecina Francia. Siempre me he considerado un poco autodidacta, y digo esto porque mi afición es tan grande, que me lancé a elaborar mis primeros mazapanes y turrones, sin tener ni idea: os podéis imaginar el resultado final.
Después de tantos años de trabajo, no he perdido la ilusión y sigo igual: “experimentando”, poniendo de aquí y quitando de allá.
Los comienzos de mi oficio de pastelero se alternaron con el de cristalero, combinando hacer pasteles con poner cristales, ya que mi padre, el sostén de la casa, fallecía en un trágico accidente laboral. Así estuve varios años, hasta que me di cuenta de que lo que quería realmente, era estar entre el azúcar.
Considero mi oficio el mejor en el que me he podido desarrollar y crecer como persona. He tenido la gran suerte de ser considerado y reconocido profesionalmente en numerosos certámenes y concursos, y de haber participado en una gran cantidad de congresos tanto nacionales como internacionales. Todo ello me ha llevado a viajar por diferentes lugares, teniendo siempre presente de dónde procedo y llevando el nombre de mi pueblo allí, donde fuera.
Este año, es un año de celebración por varios motivos. Cumplimos 50 años desde que mis padres, Julián Arranz y Mª Luisa Pérez, abrieron una pequeña confitería en el Paseo de las Farolas. Años con muchas luces y también alguna sombra. Muchas son, las generaciones que pasaron por aquel pequeño local.
Año de celebración, también, porque este año hemos sido incluidos en la guía gastronómica Traveler (la más importante de España), por nuestras pastas de piñón (empiñonados). Por último, aunque no menos importante, año de celebración por ser finalistas en un certamen para la mejor pasta de té de España, compitiendo con más de 200 participantes.
Siempre he vivido en Pedrajas y he sido testigo de cómo el pueblo ha ido cambiando a lo largo de estos años: cómo cada alcalde ha ido poniendo su granito de arena para lograr un pueblo más bonito, más cómodo, con más infraestructuras, en definitiva, más confortable para vivir.
Las gentes de Pedrajas son fieles a sus principios, trabajadores, solidarios, acogedores y honestos; pero, por desgracia, en estos tiempos de crisis también estamos aprendiendo a ser más austeros. Quiero homenajear a esos pedrajeros y pedrajeras que, llegando estos días de celebraciones, ponen sus negocios a nuestro servicio, para que nada nos falte y podamos disfrutar de tan merecidas fiestas. Y ésos no son otros que nuestros restaurantes, bares, cafeterías, cine, pescaderías, carnicerías, fruterías, queserías, reposterías, panaderías, supermercados, peluquerías, … En una palabra, el comercio tradicional de un pueblo, que es su alma y del que muchas veces nos olvidamos; son los que siempre están ahí y nunca nos fallan.
Quisiera asimismo manifestar mi gratitud a nuestros mayores, que tanto bien nos hacen y tan sabios consejos nos dan. También tengo en el pensamiento a todos esos pedrajeros y pedrajeras que ya no están con nosotros, pero que siempre estarán presentes, pues les llevamos en nuestro corazón.
Si tuviera que definir con una cualidad a los habitantes de Pedrajas, esta sería la solidaridad: siempre dispuestos a colaborar en cualquier causa, a través del hilo conductor de las asociaciones. Algo en lo que destacamos respecto al resto de pueblos de alrededor, las tenemos de todo tipo: culturales, deportivas, taurinas, ciclistas, de mujeres, de bailes, de senderismo, de juegos autóctonos, de teatro, de música, … y alguna que igual me quedo en el tintero. Están abiertas a todas las personas que quisieran formar parte de ellas, tanto del pueblo como de fuera. Al ser tan numerosas, resulta difícil no encontrar una en la que encajar. Sus componentes aportan una serie de valores muy importantes para el desarrollo de la convivencia municipal.
En mi memoria permanece la vida en el pueblo, tal como era durante mi niñez: sólo tengo que cerrar los ojos y pasan por mi mente todos los recuerdos de las fiestas y celebraciones, como si de una película se tratase.
La Navidad, una fiesta entrañable y familiar, con sus misas pastorelas (me encantaba coger sitio arriba en el coro para ver y oír la rondalla). La Nochebuena, los villancicos, la cordialidad de la gente. La cena, esperando los postres, para comer el turrón. La noche de Reyes, en la que nunca llegaban las pistolas deseadas, pero bueno,… alguna anguila o chocolatina caía.
Llegaban los Carnavales: hacíamos corro a los quintos, íbamos tras ellos a todas partes. La velada, las cintas, … ese día también caía alguna hojuela.
En un abrir y cerrar de ojos, llegábamos al Domingo de Ramos: “algún hato se estrenaba”, decía mi abuela Isidora.
En Semana Santa, con un respeto absoluto, las procesiones: me llamaba la atención el Nazareno. ¿Quién es el Nazareno? Pues llevaba una capucha y no se le veía el rostro, la gente decía: “Es el señor Quintín” o su hijo Luis Merino”. En el cine Español pasaban películas religiosas, como Ben-Hur o Los diez Mandamientos. Pocos años más tarde se sumaban los cines Avenida y Salamanca.
Finalizada la Semana Santa, llegamos al lunes de Pascua: Sacedón. Antaño, uno de los medios de transporte más habituales para bajar a la romería era el carro; ir en tractor, camión o coche eran “palabras mayores”. En la romería no había las atracciones que hay ahora, pero disfrutábamos de otra manera: la paga extra, nos la gastábamos en los puestos de caramelos, casetas de tiro o la tómbola. Después de la procesión, a la hora de las meriendas, recorríamos los corros de familiares y conocidos para sacar alguna perrilla extra y, de paso, algún dulce (rosquilla de palo, empiñonado o magdalena).
Ya en el mes de mayo, eran y siguen siendo tradiciones, las celebraciones de los quintos, con el mayo y la enramada, así como las Comuniones: siempre había algún familiar, amigo o vecino que te invitaba a comer un bollo.
Con la llegada del verano, la noche de San Juan y su quema de tomilleras: en la mayoría de los barrios, tocábamos las tapaderas alrededor de la hoguera, y al final, la chocolatada.
San Pedro y Santiago eran días de río: si tu familia no podía ir, siempre eras bien recibido por cualquier vecino. Ese día no había dulces, sí algún cangrejo.
San Esteban es y era el día del patrón: función de iglesia, misa y concierto en la Plaza Mayor de la banda de Coca, en el sombrío del Banco Santander y Bar Castellano. Era tradición ir a comer pasteles a la confitería de los hermanos Esteban (Paulino): “las confiteras”. ¡Qué buenos eran, qué mérito tenían! A decir verdad, yo no comía mucho, “por h o por b”, en las fechas más señaladas solía estar castigado por hacer alguna de las mías.
San Agustín: recuerdo que a mediados de los 60 se eligieron a las primeras reinas de las fiestas y también, que se premiaba a las peñas o pozales mejor decorados o más bonitos. Una de las que más me gustaba era “Las mañanitas”, siempre muy bien engalanada con sus guirnaldas, con sus juegos de luces de colores, siempre novedosos, sus fuentes donde brotaba la limonada… Era un espectáculo, pero no es menos cierto que, al ser una de las peñas más veteranas, en la que la mayoría estaban casados o con novias estables, jugaban con un poco de ventaja. Todas las peñas o pozales, dependiendo de la edad de las cuadrillas que los componían, tenían su encanto y todos eran los mejores. Cito algunas peñas de esa época: Las mañanitas, Única, Baco, Mazos, Bigornia, Piratas, Disidentes, Noche y Día, Juan Breva, Stop, Venus, Inesita, Luis Candelas, Peques, Trébol, etc. Sé que no están todas las que eran, os pido disculpas.
El día de todos los Santos, la víspera para amanecer el día 1, tocaban las campanas de la iglesia toda la noche. El olor a castañas asadas en las chapas de las cocinas, era el preludio de que el invierno estaba cerca. El día 1, la visita a nuestro cementerio, el reencuentro con los tíos y primos en torno a las tumbas de nuestros seres queridos. Pero también teníamos los buñuelos de viento y los huesitos de santo, que nos quitaban un poquito la pena.
Sin duda, una persona se forma con las circunstancias y las experiencias que vive, pero aún más importante que éstas, son aquéllos que comparten de una u otra manera su trayectoria vital. Por eso quiero hacer referencia a una trabajadora incansable, compañera en el viaje de la vida y madre de mis hijos: Begoña. A mi hijo, en el que veo la continuidad y cómo se supera día a día a base de trabajo y esfuerzo; y a mi hija, por estar siempre ahí. También a mis hermanos y cuñado, por arrimar el hombro más de una vez, y de manera desinteresada (mano de obra barata).
Entre estas menciones, no puede faltar alguien a quien, desde aquí, quisiera rendir un homenaje: la persona que me enseñó el significado de la bondad, la honradez y la honestidad, y que me dio ejemplo de cómo las cosas se consiguen con tesón y sacrificio. Ahora sus recuerdos buenos y malos, sus penas y alegrías, permanecen en un lugar llamado olvido. Pero no te preocupes: en el recuerdo de las personas que te conocemos y te queremos, siempre estás presente. Te quiero, madre.
Ahora, es tiempo de alegría. A vosotras reinas, que vuestro reinado sea un ejemplo y un espejo donde se puedan mirar las reinas venideras. Con vuestra belleza, juventud e ilusión, transmitís ilusión y alegría a todos los visitantes que acudan a nuestro pueblo.
Os agradezco vuestra paciente escucha.
¡Que comience la fiesta!
¡Que viva Pedrajas!
¡Que vivan sus gentes!
¡Que viva San Esteban!
¡Que viva San Agustín!
RAÚL ARRANZ PÉREZ
Semblanza
Nací en Pedrajas de San Esteban el 3 de junio de 1957.
Cursé mis estudios en la escuela estatal de Pedrajas, dos años con los “PP. Carmelitas de El Henar” y otros dos años en el “Instituto Alfonso VI de Olmedo”.
Mi formación profesional comenzó con 17 años en la “Escuela de Pastelería de Madrid”, el resto ha sido acudiendo a cursos en León, Madrid, Barcelona, Francia...
He desarrollado el trabajo aquí en mi pueblo, en un pequeño obrador y hace tres años abrí un despacho en el centro de Valladolid.
He realizado jornada gastronómicas, participado en congresos, impartido cursos, asesoramientos, demostraciones y conferencias a lo largo de toda la geografía nacional y también en muchos otros países.
Ahora estoy en una etapa de mi vida más relajada, ya que mi hijo ha tomado la alternativa de muchas de estas actividades.
He tenido el privilegio de dar a degustar mis productos a la Monarquía Española, a muchos jefes de estado, personalidades tanto del ámbito cultural como artístico…
Pertenezco a “Maestres de Cocina de Castilla y León”, colectivo que agrupa a los mejores cocineros de nuestra comunidad, siendo el único pastelero en éste.
GALARDONES Y MENCIONES
Finalista del MMAPE (Mejor maestro artesano pastelero español) en 1993.
Medalla de Plata en el CAMPEONATO DE PASTELERÍA DE CASTILLA Y LEÓN en 1995.
Medalla de Oro en “Pastas de té” en la COPA DE ESPAÑA DE PASTELERÍA en 1999 (Barcelona).
Medalla de Plata en “Bombonería en la COPA DE ESPAÑA DE PASTELERÍA en 1999 (Barcelona).
Pieza más original en el CONCURSO INTERNACIONAL DE FIGURAS DE CHOCOLATE en 2000 (Barcelona).
Distinción como “PIÑERO DE HONOR” en 2002.
“Mejor plato de presentación” y “Mejor plato de degustación” en la SEMANA INTERNACIONAL DE LA TRUCHA DE LEÓN, en 2004 y 2005.
Premio “La Posada” al “MEJOR PROYECTO AGROALIMENTARIO DE VALLADOLID 2014.
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