miércoles, 29 de junio de 2022

EL PEDRISCO, 70 AÑOS

Se cumplen hoy, 29 de junio, día de San Pedro, 70 años del pedrisco que asoló Pedrajas, un hito en la historia de nuestro pueblo que las personas que lo vivieron nunca podrán olvidar.

Poco tiempo después de sucedido, una mujer de nuestro pueblo, Teófila González Jorge, de cuarenta años de edad, componía unos sencillos versos dedicados a relatar los hechos por ella vividos. Con el título de Un fenómeno atmosférico fueron impresos por Gráficas Castilla, de Valladolid, en un cuadernillo que muchas familias de Pedrajas guardan como un verdadero tesoro. Sus palabras reflejan certeramente la dramática situación padecida por los vecinos de nuestra villa.


UN FENÓMENO ATMOSFÉRICO

Por Teófila González Jorge

Era el día de San Pedro
y hacia la puesta del sol 
la atmósfera enloquecida
 un gran pedrisco soltó.

 Pedrajas de San Esteban,
pueblo que este le quedó
la cosecha destrozada,
que clamaba algún dolor.

 Amaneció el día treinta 
y el sol espléndido dio
 con un calor sofocante,
que causaba sensación.

 El día uno de julio
por la mañana empezó
a oscurecerse de nubes,
cargadas sin compasión.

 A las cuatro de la tarde
la atmósfera hecha un turbión,
causando ruidos enormes,
al pueblo en vilo quedó.

Como una enorme escuadrilla 
de aviación pareció 
el fenómeno atmosférico 
que en Pedrajas descargó.

La nube, ya dando vueltas, 
bramaba con su turbión 
y cerrando el horizonte 
sin ver el rayo del sol.

Todo el globo oscurecido 
de este contorno quedó,
pero cada vez el ruido
con más fuerza se aumentó.

Como una masa de humo 
blanquecina de color,
que los vecinos del pueblo
mirábamos con pavor.

Cuando bien cargada estaba 
la nube empezó su acción
y soltando va sus piedras
del tamaño de un limón.

Y recibiendo aquel agrio 
que aquel zumo nos quedó
nos hizo cerrar los ojos 
y llorar con gran dolor.

Viendo que el pueblo 
se cuaja con un pedrisco feroz,
que jamás se ha conocido
en esta pobre región.

 Las casas, sin una teja,
en un solar las quedó,
y todo nadando en agua
sin mantas y sin colchón.

Sólo una casa y la Iglesia 
de refugio nos quedó, 
mas la nube enloquecida 
del todo no se marchó.

A las dos de la mañana 
empezó su reacción,
de relámpagos y truenos
el pueblo se iluminó.

Pero un toque de campanas
el cura párroco dio,
como señal de refugio
y un poco de  redención.

Los vecinos de este pueblo 
en pie la noche pasaron, 
pero al fin no descargó. 
 
Amaneció el día dos 
y un poco el sol ayudó,
para secarnos la ropa 
que el pedrisco nos mojó.

El señor Muñoz Calero, 
que está de Gobernador, 
se desplaza a nuestro puebl
para prestar un favor.

Los tejares controlados 
de momento les quedó,
y de caravanas, camiones
este pueblo se llenó.

El día tres fue la gorda, 
que invernizo se quedó, 
cayendo el agua que quiso 
sin ninguna detención.

El estado es alarmante, 
ni siquiera nos dejó 
poner las tejas mal puestas,
para salvar el chaparrón. 
 
Las pérdidas en el campo
nadie sabe cuántas son,
todo se encuentra enterrado
de aquel cieno que arrastró.

De pedradas, seis heridos, 
el médico les curó 
y desgracias personales 
ningún número surgió.

Las pérdidas de las piñas, 
de bastante producción,
la corriente se las lleva
y muy poco se salvó.

La producción de las piñas 
de este pinar la quedó 
para tres años seguros 
sin tener un agallón.

Las cigüeñas de la torre 
sólo el nido las quedó,
las pobres han perecido
con el enorme turbión. 

Todo el pueblo aglomerado
por la mala situación,
a querer coger las tejas
sin bajarlas del camión.

El Alcalde y la Justicia,
que hacen la repartición,
con un poco de paciencia 
pide al pueblo por favor
pues todos nos encontramos
en la misma situación.
               

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