Permíteme que te tutee, ya que, además de mi médico de cabecera, durante largos años, fuiste también amigo y los amigos suelen de tratarse de "tú" con el mayor respeto y cariño.
Ahora que te jubilas y que has tenido la elegancia de enviarnos una cariñosa carta de despedida, permíteme que te dé las gracias por los servicios que has prestado en sanidad a los pedrajeros. Dicho esto, me dispongo a hablar en mi propio nombre, ya que no puedo hacerlo en el del pueblo, a quien, obviamente, no he consultado.
Llegó un médico joven y con la experiencia suficiente, cargado de ilusión, de conocimientos y dispuesto a ejercer la medicina de una manera nueva para nosotros. Eras un médico que, a la par que nos atendías, seguías estudiando, investigando, indagando sobre nuevas técnicas.
El ambiente que te recibió fue el de un pueblo dividido y enfrentado que nada tenía que ver contigo, pero que, en ocasiones concretas, te afectó directamente y las hiciste frente con paciencia y buen hacer.
En tu consultorio no existía ni una sola línea que te orientara sobre la problemática de tu cupo de pacientes. Te pusiste a la tarea de organizar el despacho, ir abriendo registro de cada uno de ellos, crear el archivo, organizar las citaciones con especialistas, etc.
Pero la gran novedad fue que el paciente pasó a ser el centro de la consulta de forma integral, no sólo el cuerpo necesitaba de tus cuidados, sino también el alma y las cosas del alma, ya se sabe, requieren mucha, mucha escucha y tú dedicabas el tiempo necesario en cada caso sin preocuparte demasiado de cuánto era. Tus explicaciones nos han enseñado cosas provechosas sobre el cuerpo y sobre el alma.
En el plano personal, nunca te agradeceré lo suficiente el exquisito trato dedicado a mi madre, ya anciana, con la que cuando ibas a visitar a casa, bromeabas diciéndole "mi novia" y ella, dentro del dolor de su padecimiento, sonreía halagada y replicaba: "Qué cosas tiene D. Fernando". El apoyo que encontré en la crianza de Cristina, yo, muy maestra pero inexperta como madre, oficio que considero mucho más difícil que el primero. Los cuidados a mi persona, cuando mi riñón comenzó a fallar. Por todo ello te estoy agradecida.
Claro que no podemos pretender acertar en todo y menos contentar a todos en el largo recorrido de una profesión, sí es cierto que en tu consulta estaba expuesto el corazón, es lo más que se le puede pedir a un profesional. Pero si hubiera que hacer un balance entre el haber y el debe, no tengas duda, la balanza se inclinaría favorablemente hacia el haber. Por lo mismo, tampoco nosotros te habremos correspondido siempre.
Desearte una jubilación venturosa y como no puede ser de otra manera en una persona estudiosa y entregada a los demás, que siga siendo provechosa. Disfruta en ella de tu familia, ahora también de tus nietos, ya que mientras trabajabas les habrás escamoteado más de algún rato, que empleabas en tus pacientes.
Gracias, Fernando, por tu dedicación como médico de familia.
Teresa González Lozano.
Barcelona, 18 de enero de 2019.
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