LA MAÑANA DEL MARTES DE CARNAVAL
Un año más, los quintos de Pedrajas, chicos y chicas, han celebrado la tradicional carrera de las cintas, por segunda vez en la historia en los terrenos preparados para instalar las atracciones de las ferias y fiestas de san Agustín, junto al camino del cementerio.
El tiempo ha acompañado, aunque los cielos estaban cubiertos de nubes y han llegado a caer cuatro gotas, la temperatura ha sido buena. En algunos momentos ha llegado, incluso, a aparecer el sol.
Con la debida antelación han llegado en una camioneta, desde Toro (Zamora), seis burros para que los quintos y quintas [28 en este festejo popular] pudieran realizar las carreras. Todos ellos son nacidos en el año 2007, por lo que llegarán a la mayoría de edad en el transcurso del año actual.
Ya en tierra los animalitos, han empezado los quintos a montarlos y guiarlos, a modo de entrenamiento para ambas partes: monturas y jinetes. No es tarea fácil, para unos ni para otros, por falta de práctica. Estando en estos ensayos ha llegado hasta el lugar el desfile de disfraces y banda de percusión que había salido a las doce y cuarto desde las puertas del Centro de Cultura. En unas mesas instaladas al lado del camino han sido obsequiados todos con un refresco por parte del Ayuntamiento. También han hecho acto de presencia los operarios municipales con las tres cestas habituales en los últimos tiempos: una primera llevando las cintas los colores amarillo y verde de la bandera de Pedrajas; la segunda, luciendo cintas de color rojo y gualda, representando a la bandera de España; la tercera, con cintas multicolores. Los quintos y las quintas, muy bien ataviados, con sus pantalones blancos y sus chalecos de color negro.
Sujeta a una gruesa maroma la primera de las cestas, ha comenzado el ritual de pasar a la carrera por debajo, tratando de introducir el tenedor de madera en alguna de las anillas cosidas al borde de las cintas de colores. O si no, golpearlas hasta hacerlas caer. También, en última instancia, intentar agarrarlas con la mano. El público, muy numeroso, en buena parte familiares de los protagonistas. También muchos niños, que no dejaban de gritar pidiendo a los quintos que les regalasen alguna de las cintas que cogían o caían al suelo, como recuerdo.
Hemos hecho algunas fotografías, no tantas como hubiéramos deseado, pues había mucha gente moviéndose dentro del espacio vallado, que debería estar reservado a los quintos y a los operarios encargados de colocar y manejar las cestas. En cualquier caso: ¡Vivan las quintas y los quintos del 25! ¡Mucha suerte en la vida!
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