jueves, 4 de abril de 2024

MI VIRGEN DE LOS OJOS GRANDES

QUÉ SIGNIFICA LA VIRGEN DE SACEDÓN PARA MÍ

Por Antonio Cabrejas  Martín

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Estar y celebrar el día de Sacedón el lunes de Pascua aquí, es uno de los días del año más entrañable y familiar para todos los pedrajeros que actualmente residen en el pueblo o que han tenido la posibilidad o suerte de venir.

¿Os imagináis lo que esto supone y significa para mí, que resido actualmente en Quito, la capital de Ecuador (en la mitad del mundo) a 2.800 metros de altura (con seis o siete horas menos de diferencia horaria), a 8.750 kilómetros de distancia, y diez horas de vuelo en Iberia? Es difícil comunicar y compartir sentimientos.

SACEDÓN es algo que, sin duda, todos los pedrajeros llevamos en nuestro corazón. Como castellanos y españoles, la fe cristiana católica forma parte de nuestra cultura, y el culto a la Virgen María, en cualquiera de sus advocaciones, es un aspecto inseparable de nuestra fe religiosa en Jesucristo, cuya muerte y resurrección hemos celebrado con solemnidad en la Semana Santa.

Con la advocación de SACEDÓN la veneración a la Virgen forma parte muy importante de nuestra identidad de hijos de Pedrajas de San Esteban. Lo que representa y es la madre en toda familia, lo es la santísima Virgen como madre de esta gran familia de creyentes que es la Iglesia Católica de la que forma parte la diócesis de Valladolid y la comunidad parroquial de Pedrajas.

Al despedirse Jesús de los apóstoles les dijo que no les dejaría huérfanos… Y, efectivamente, ya en la cruz le dice a María: “Ahí tienes a tu hijo, Y a Juan: “Ahí tienes a tu madre”. Al cuidado mutuo el uno del otro. En Pedrajas lo experimentamos de una forma concreta en nuestra relación con la Virgen de Sacedón, la sentimos como madre común y también la cuidamos.

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A punto de cumplir 50 años como sacerdote (dominico) y casi 49 como misionero en Ecuador, tenéis que disculparme que no os diga muchas cosas bonitas sobre la Virgen de Sacedón, que ya sabéis de sobra, sino algo de mi historia personal con relación a Sacedón:

Mis recuerdos de niño, todavía muy vivos, se remontan al año 1956, cuando tenía siete años de edad, recibí la primera comunión y comencé a ser monaguillo con don Victoriano y don Valentín (aunque se me caía el misal encima y no sabía qué hacer con el vino). Eso significaba o incluía tener que venir con ellos muchas veces a Sacedón.

Recuerdo que antes de la restauración de la ermita, previa a la coronación, en el retablo medio barroco el ara de mármol o piedra se cayó en el hueco vacío del altar de madera y don Valentín me hizo meter adentro para sacarlo (yo era un flacucho de siete u ocho años). Es el recuerdo personal más antiguo que tengo de Sacedón. (De más pequeño estoy en la fotografía de la comida con mis familias el día de la romería).

También estuve muy cercano y testigo como monaguillo, vestido de blanco, a los 9 años de edad, en el acto de la coronación de la Virgen en la Plaza Mayor. En las carrozas que se hicieron al año siguiente, en el primer aniversario de la coronación. Aparezco con Roberto Merino, al lado de Eusebito Correa que hacía de arzobispo; con Emilio Salamanca como gobernador militar y Juan Carlos, hijo de don Justi, como alcalde; y también con Ricardo Heredero, Ángel Rincón…


CORONACIÓN DE LA VIRGEN SE SACEDÓN, 11 DE MAYO DE 1958
Soy el monaguillo que aparece más a la izquierda, vestido de blanco


PRIMER ANIVERSARIO DE LA CORONACIÓN, 10 DE MAYO DE 1959
También de monaguillo, a la derecha del todo

Al regreso de la romería en un carro con mis hermanas y sus novios parece que les divertía mucho porque me hacían bromas para reírse con mis ocurrencias…. Un año con lluvia en la procesión, cubiertas las andas con plástico, tuve que ir debajo con el canasto de las limosnas.

Disfrutaba mucho cuando me tocaba ir a Sacedón en las misas de los piñeros y yeseros. Ya siendo sacristanillo (porque el sacristán Sánchez se había ido) con Carlos el Viche, a los 11 años de edad (antes de ir al colegio de los dominicos de Arcas reales en 1960), en una misa en Sacedón encargada por la Mila, por jugar en el coro don Miguel Ángel Melgar, el coadjutor, nos dio un buen tortazo.

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A partir de ahí mis visitas a Sacedón fueron solo en vacaciones, pero en la romería recuerdo haber participado en los años 1974 y 75, en 1986; en 1993 con mucho frío y una homilía o predicación polémica que no gustó a don Félix; en el año 2007 y 2008 (en el 50 aniversario de la coronación) y la última vez en el 2018, hace seis años. Y ahora (5 veces en 50 años)

Pero en todas las vacaciones en España, a lo largo de estos cincuenta años, una de las cosas que más he disfrutado (los primeros 25 años como misionero en la selva amazónica de Ecuador) ha sido caminar por el pinar a Sacedón, rezar la salve a la Virgen desde la puerta de la ermita, bajar a beber al agua de la fuente (algunas veces también al río) y también varias veces, de paso, al Pisón (donde mis padres pasaron la guerra y se criaron mis hermanos mayores, Victoriano e Isabel) y siempre a beber del manantial del puente Vadalba.

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En mis años en Ecuador, del 2004 al 2014 me tocó ser rector y párroco, durante diez años del Santuario de Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa, un lugar maravilloso, al pie de un volcán activo de más de 5.000 metros de altura, al lado del río Pastaza, afluente del Amazonas y con varias fuentes de aguas termales. 

Este santuario, dentro de la ciudad de unos 20.000 habitantes, es actualmente el más visitado de Ecuador, con un promedio de 5.000 peregrinos y turistas los fines de semana, que llegan hasta 30.000 en los puentes o feriados.

A una escala mayor, ahí viví una experiencia maravillosa de lo que significa para los católicos la devoción (gratitud y confianza) en la Santísima Virgen, pero siempre recordaba y nunca he olvidado a mi Virgen de “los ojos grandes”, a su hermosa ermita entre pinos, al borde de la ribera del modesto río Eresma, a mi SACEDÓN.


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