domingo, 24 de julio de 2022

VIGILANCIA EN LA TORRE DE LA IGLESIA

PARA AVISAR DEL PASO DE AVIONES A BOMBARDEAR VALLADOLID DURANTE LA GUERRA CIVIL

Publica hoy El Norte de Castilla, en su edición impresa, páginas 8 y 9, un reportaje de J. Sanz titulado Los muertos de la discordia bajo las bombas del Valladolid de la Guerra Civil. El primero de esos bombardeos, efectuados por el ejército de la República, tuvo lugar el 1 de agosto de 1936 y el último el 25 de enero de 1938.

Recuerdo, sobre estos sucesos, haber oído decir a mi abuelo Donato Santos, que en una ocasión su hijo Filiberto, que se hallaba cumpliendo el servicio militar en Valladolid capital, salió de una casa y nada más salir cayó una bomba sobre ella.

También nos contaba que le tocaba algunas veces hacer guardia en la torre de la iglesia de Pedrajas para avisar del paso de aviones enemigos en dirección a Valladolid con intención de bombardear. De este último hecho, y de otros relacionados con la época de la Guerra Civil, dejó constancia por escrito en el relato de su vida, publicada en el libro Santos: Historia de una familia castellana. Donato Santos Chicote: Su vida, sus escritos, su familia, páginas 173-174.

    "LOS AÑOS DE LA GUERRA

Llegaron los años de la Cruzada y Fili tuvo que ingresar en filas. El otro hijo, Mariano, era pequeño y yo tuve que seguir con la luz, con los trabajos de la huerta y con la venta del yeso. En ese medio tiempo la empresa de la luz desapareció, se quedó con todo ello Muñoz. Los Gómez ya no tenían servicio, otra cosa perjudicial para mí, quisimos liquidar cuentas y me tendrían que abonar unas tres mil pesetas del pienso para el cerdo. Su cuñado en eso no tenía ningún compromiso y lo tuve que perder, con la falta que me hacía. Ahora yo me quedé sin empleo, aunque no podía atenderlo casi, ya que el hijo estaba en la mili.

Todo se ponía mal. La huerta producía poco y los trabajos eran muchos. Con la ganancia del yeso no alcanzaba, pero no había otro remedio que llevarlo así. Había además que atender a cosas de la Guerra, como era llevar piedra al campo de aviación de Olmedo y hacer guardia en la torre de la iglesia de Pedrajas, para anunciar el paso de aviones enemigos. Para Falange me mandaron bajar cien sacos de yeso. Yo le aboné a Salgueiro lo suyo y perdí el yeso y el porte, con la falta que hacía en casa. Pero a ver, a seguir trabajando. 

       Recogía los barros de las calles para llevarlo a la tierra arenosa y el descombro de las casas en obra, todo a un montón. Yo me veía en apuro de tener que vender la huerta, porque me era imposible desenvolverse. Se sembraba achicoria y se daba especial, aunque el precio era poco, pero ya había una aspiración, porque le daban a uno algo de dinero a cuenta y, mientras, podía uno respirar y trabajar la huerta. Compramos una máquina de sembrar achicoria, sembrábamos lo nuestro y después sembrábamos para todo el que lo decía, y ya ganábamos para sostener la casa en la campaña. Como estaba la ración  y no había pan y no teníamos harina, al que lo tenía, le exigíamos que nos diera harina o pan a cuenta de sembrar, y marchamos bien un poco de tiempo."




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