Por Teodoro Cisneros
Revista Tierra y Pinar, nº 43, marzo de 1984, páginas 21-22.
Desde pequeña con leche
una culebra criaba,
que encontró en un majano
de los montes de Pedrajas.
que encontró en un majano
de los montes de Pedrajas.
De noche la suelta al campo,
la llama a la madrugada,
con un silbido tremendo
que los pimpollos vibrara.
Soldado tuvo que ir
para defender a España
contra el despojado moro
que a Melilla amenazara.
La culebra marcha al campo
y espera que la llamaran
para beberse la leche
que en escudilla la echaba.
***
Han pasado varios años.
El soldado regresaba.
Viene en busca de llanuras,
de cierzos y de solanas.
Por el camino, rumiando
sus recuerdos con nostalgia,
se le viene a la memoria
la culebra que dejara.
Mientras le besa la madre
y su padre le abrazara,
por broma y hacer reír
él un silbido lanzaba,
como en sus días de niño
cuando el reptil criaba.
Habían puesto la mesa
con júbilo y algazara
para comer todos juntos…
un ruido se oye, ¿qué pasa?
A la puerta salió el padre
para ver lo que pasara
y estupefacto quedó,
casi perdida el habla.
Viendo que los pimpollos
se doblan y meneaban,
y las espigas de trigo
crujen y son aplastadas
al paso de un reptil fiero
que todo lo destrozaba.
Era la antigua serpiente
con los años aumentada,
con unas conchas vibrantes,
como si fueran de nácar.
La puerta ha cerrado el padre,
el bicho la derrumbara
de un coletazo terrible
y a la cocina entraba.
Buscando va sin parar
por alacenas y baldas,
la cazuelilla de leche
que en otros tiempos la daba.
No la encontró y entonces
su cabezota levanta
frente a frente del soldado
hasta cerca de su cara.
Y sacando el tenedor
con sus puntas afiladas
parece que al amo antiguo
le pregunta y amenaza.
***
Huyen todos desolados
por los cuartos de la casa…
la culebra les persigue
con estrépito y con saña,
derribando lo que encuentra
de coletazos que daba.
Al colgadizo subieron,
la culebra se empinaba
dando terribles silbidos,
por los ojos lumbre echaba.
Se enrosca de pronto luego
y con una atroz coletada
derriba el pilar de adobes
que el tejado sustentaba.
Desde Íscar y el castillo
los lamentos se escuchaban.
El padre pierde el valor,
la madre se desmayaba,
a la vista del reptil
que hacia ellos caminaba.
Ya se acerca, ya se acerca,
ululando con gran ansia,
para clavar los colmillos
donde el veneno encerraba.
Pero el mozo que es valiente,
si la ocasión lo demanda,
comprende que es de cobardes
morir como cucarachas.
Sin pensar en defenderse
y vender la vida cara,
esgrimiendo su machete
que del cinto le colgaba,
de un solo golpe al reptil
por la boca se lo entrara.
Rayos echa por los ojos
la culebra ya enroscada,
que se agita convulsiva
hasta que el sol se ocultara,
pues dicen que los reptiles
la vida hasta entonces guardan.
La camisa la sacaron
a la culebra malvada
y es fama que puedan verla,
los que vayan a Pedrajas,
colgadita de la torre…
Y también dicen que es fama
que quien un credo la reza,
si enfermo está, se curaba…
o se queda como estaba.
Colorín, colorado…
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