Hoy, 18 de octubre, se celebra la festividad del evangelista San Lucas. Tal vez lo hayamos contado ya: en tiempos antiguos, los vecinos de los pueblos que formaban parte de la comunidad de Villa y Tierra de Íscar, entre los que se encontraba Pedrajas, llegado ese día, una vez amanecido, podían recoger libremente en el Monte todas las bellotas que quisieran, hasta que se acabaran, de las encinas y robles que lo poblaban. También servían de alimento a los rebaños de ovejas y cabras que pacían en aquellos parajes.
Unas bellotas, ya maduras, de color marrón, que los caminantes que recorran el carril bici de Sacedón, pueden actualmente ver también en un roble que crece a la vera del citado carril, a mano derecha, al llegar a la altura de la huerta de don Pepe Bocos y de los gallineros de Sacedón. Si lo cuidamos y respetamos, andando el tiempo, puede convertirse en un hermoso ejemplar, para disfrute y orgullo de generaciones venideras. No sabemos cuándo ni de qué manera ha nacido este árbol. Si alguien lo sabe…
En su copa hemos observado igualmente la presencia de algún agallón. Un pequeño mosquito –la avispa del roble- pone sus huevecillos, que después se convierten en pequeños gusanos o larvas que se pegan a las hojas del roble; éste, como defensa, segrega una sustancia que acaba encerrando al gusano en una especie de bola: el agallón. En su interior, la larva experimentará una serie de cambios - la metamorfosis- que lo convertirán en una nueva avispa del roble. Practicando un agujero desde dentro, saldrá al exterior y echará a volar. Si el agallón tiene agujero de salida, es que el mosquito ya ha salido. Si no vemos agujero alguno, es que todavía no ha salido… o ha muerto en su interior.
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