A MODO DE COLOFÓN
Por Teresa González Lozano
Coronando las largas fiestas de la Navidad, nos encontramos con la fiesta específica de la infancia: la fiesta de los Reyes Magos. En ella rendimos culto al misterio, a lo mágico y a la fantasía, ingredientes necesarios en la evolución psicológica de todos los niños del mundo.
También se rinde homenaje a la inocencia, a quien cree de corazón que esto que ven sus ojos no es cartón-piedra, sino personajes de carne y hueso, que pueden aparecer o desaparecer, entrar por una chimenea o recorrer el mundo en veinticuatro horas solares montados en camellos, porque aún no tienen sentido de la proporción ni de la realidad y creen que todo es posible en el Mundo al que han aterrizado.
Por eso es la fiesta perfecta para los niños en su primera infancia, a la que pertenecía Sara, que nos dejó en el mes de agosto.
Quiero que este humilde poema sirva para recordarla en fechas tan señaladas.
A SARA EN NAVIDAD
Sara no estará
con nosotros, a la mesa,
esta Navidad.
Al Cielo subió
en el filo de una estrella.
Dios, que la vio tan bella,
de su carita se apiada,
a jugar con el Niño
a Belén la manda.
María, que entiende,
a comer la invita
arroz con salchichas
y trocitos de turrón,
que endulzan el corazón.
José, con tabla y martillo,
le hace cama de pino,
para que duerma contenta
y no sienta frío.
Acuden pastores,
zagalas y leñadores
a ver a esta niña
que al Pesebre vino.
¡Ay!... ¡Los Magos de Oriente!
cargados de promesas.
en sus zapatitos rojos
algo dejan:
una muñeca grandota
que sabe hablar y da besitos.
Para los niños del Mundo
un regalo especial:
- Negro carbón,… nunca más -
Mimos, caricias
y un balón para jugar.
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