PREGÓN DE LA XXIV EXPO DE CASTILLA Y LEÓN
Pedrajas de San Esteban, 23 de abril de 2017
Carlos Arranz Santos
Pueblo de Pedrajas, corporación municipal, miembros de la asociación “Zarandaja”, que hoy celebráis una fiesta tan entrañable, forasteros que nos honráis con vuestra presencia, buenos días.
Sean mis primeras palabras para agradecer a Santi Calvo, presidente de la Asociación, y a su junta directiva, haberme encomendado pronunciar este pregón de la vigésimo cuarta edición de la Expo de Castilla y León, que tuvo su inicio en el año 1994, teniendo como escenario la Plaza Mayor de nuestra villa.
Antes de seguir adelante, recogiendo el sentir de los pedrajeros, deseo reconocer y agradecer la entrega que todos los socios de Zarandaja, niños, jóvenes y adultos, cada uno en la medida de vuestras posibilidades, habéis venido realizando todos estos años para ofrecernos esta jornada festiva, escenario de encuentro, de convivencia, que tiene como eje vertebrador la exaltación cultural y gastronómica de las nueve provincias castellanas y leonesas.
En la época de la transición democrática renació el sentimiento castellano y leonés, nuestra región empezó a gozar de autonomía, resurgió la fiesta de Villalar, se pusieron de moda las canciones de nuestro folklore popular, volvieron a ondear al viento los pendones rojo carmesí. Después, este fervor por lo castellano comenzó a languidecer. Gran parte de nosotros, tal vez por identificar Castilla con España, no apreciábamos, como se merecía, nuestra identidad castellana.
En ese contexto histórico, hace hoy justamente veintitrés años, el nacimiento de esta Expo Cultural y Gastronómica impulsó con fuerza la celebración del Día de Castilla y León en nuestro pueblo. Una fiesta en la que evocamos la derrota de las tropas comuneras en los campos de Villalar, que trajo consigo la pérdida de libertades a las ciudades castellanas, hace casi cinco siglos.
En el aspecto gastronómico, la elección de los productos extraídos de la matanza del cerdo, enlaza igualmente con nuestro pasado. Del cerdo, hasta los andares, dice el refranero español, significando que todo en él se aprovecha, sin despreciar parte alguna. Durante siglos, la cría del marrano en las casas contribuyó decisivamente a satisfacer las necesidades alimenticias de nuestras familias, humildes en su mayor parte. Además, el ritual del mondongo siempre ha constituido una pequeña fiesta de carácter familiar, en su sentido más amplio. Hace años, estar de mondongo justificaba a los niños para no asistir a la escuela un par de días o tres.
Ahora que el olorcillo de chorizos y morcillas, torreznos y sumarrillos va haciendo agua nuestra boca, no parece momento adecuado para discursos solemnes. Sí quiero, no obstante, alzar unos momentos mi voz por Castilla y por León, nuestra tierra, por sus gentes, sencillas y nobles, por su lengua milenaria, por sus ancestrales tradiciones y costumbres. Una tierra amenazada, no lo olvidemos, por el envejecimiento y la despoblación. Tenemos ejemplos cerca.
Os invito a sentirnos todos orgullosos de ser castellanos, igual que nos sentimos orgullosos de ser pedrajeros, de lo cual no me cabe la menor duda. ¿Cuántas banderas de Castilla y de León, cuántos pendones comuneros lucen hoy los balcones de nuestras casas? Si no lo hacemos nosotros, ¿quién va a valorar lo nuestro? ¿Quién va a defender nuestro folklore, nuestra jota, nuestras coplas y cantares, nuestra indumentaria tradicional, si una gran mayoría nos inclinamos por modas llegadas de otras regiones, seguramente más coloristas y vistosas?
A vosotros, como hijos de esta villa castellana de Las Pedrajas de San Esteban, me atrevo a pediros inquietud, compromiso por conocer el patrimonio histórico y cultural heredado de nuestros antepasados. Conocerlo será un buen punto de partida para apreciarlo, defenderlo y conservarlo para las generaciones venideras. Por delante, abriendo camino, llevando la iniciativa, deben estar siempre las instituciones: el ayuntamiento, la parroquia, los centros educativos, las asociaciones…
Las fiestas de los quintos, con la velada, correr las cintas, poner el mayo y la enramada; las hogueras de San Juan, con esencias a tomillo y cantueso; las procesiones de Semana Santa; la romería de Sacedón, a orillas del río Eresma, entre el pinar y la ribera; las fiestas de San Esteban y San Agustín, con sus encierros de novillos; la misa Pastorela, por Navidad, junto a otras manifestaciones culturales y festivas, requieren una reflexión profunda que conduzca a su conservación, manteniendo o recuperando, si fuera preciso, su esencia.
No quiero acabar este sencillo pregón sin recordaros que hoy se celebra el Día del Libro, en conmemoración de la muerte de Miguel de Cervantes, sucedida un 23 de abril. La Plaza Mayor nos espera a lo largo de todo el día, con libros, sobre todo con libros, también con numerosas actividades en torno a ellos.
En Pedrajas hemos tenido y tenemos buenos escritores: poetas, novelistas e historiadores. De uno de ellos, don César de Medina Bocos, “el gran poeta cantor de Castilla”, como reza la placa colocada en la casa donde nació, voy a recitar un breve poema titulado precisamente así, “Castilla”.
CASTILLA
César de Medina Bocos: Villas castellanas y otras poesías.
Valladolid, 1950, pág. 7.
¡CASTILLA! Mil invictos campeones
dio el fecundo vigor de tus entrañas
y por ellos, en épicas campañas,
triunfaron tus castillos y leones.
Recorrieron la tierra tus pendones,
abrumaron la Historia tus hazañas
y fuiste corazón de las Españas,
centro del mundo, madre de naciones.
Por eso tantas villas castellanas
se alzan en medio de tus tierras llanas
cual monumento de la patria historia,
y en ellas cada piedra renegrida
con el recuerdo del pasado ungida,
¡tiene un divino resplandor de gloria!
Galanes y galanas, venga, a disfrutar de la fiesta, a comer y a beber, a cantar y a bailar jotas… castellanas, por supuesto.
Va por vosotros, por Pedrajas, por Valladolid, por Castilla y León, y cómo no, por España.
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