lunes, 15 de agosto de 2016

LA DEVOCIÓN A SAN ROQUE EN PEDRAJAS

Hoy se celebra la festividad de la Asunción de la Virgen María a los cielos; mañana, día 16, la de San Roque, abogado contra el mal de la peste, que tantos estragos causó en tiempos pasados. Por esa razón recurrieron a su intercesión numerosos pueblos de nuestra tierra, cuando dicha enfermedad amenazaba con invadirles. A veces, en acción de gracias por haberse visto libres de ella, los concejos de algunos pueblos hicieron voto o promesa de celebrar en adelante, para siempre jamás, su festividad.

Tal vez por ese motivo, en uno de los altares de la iglesia de Pedrajas se venera desde el siglo XVI la imagen del santo francés, vestido a la usanza de los peregrinos compostelanos. A sus pies, el perro que le llevaba el alimento al bosque en que se refugió al verse contagiado por la temida peste.

Pedrajas: imagen de San Roque, siglo XVI.

Aunque de momento no hemos podido comprobarlo documentalmente, es posible que en nuestro pueblo hubiera antiguamente una cofradía dedicada a San Roque. Algunos datos puntuales permiten asegurar la pervivencia de la devoción al santo por las gentes de nuestra villa, casi hasta mediados del siglo XX.

María García, mujer de Alonso Miguel, en su testamento, otorgado en el año 1629, dispuso que se gastasen cuatro libras de aceite para que ardieran en la lámpara de la imagen de señor San Roque, ya que así era su voluntad.

Mediado ese mismo siglo, día 16 de agosto de 1642, tenemos constancia de que se corren novillos en una plazuela de nuestro pueblo en honor y solemnidad de la fiesta de San Roque, probablemente por cuenta de la cofradía. Se trata de la primera noticia sobre una celebración taurina en Pedrajas.

Desde mediados del siglo XIX hasta el año 1938, en plena Guerra Civil, los libros de colecturía del archivo parroquial de Pedrajas, en que se registran las misas que decían los señores curas, contienen referencias a las que mandaban celebrar los devotos de San Roque el día su función. En 1903, excepcionalmente, se menciona a doña Paca y a doña Narcisa, sin especificar sus apellidos, como las devotas que encargaron las misas. Por el tratamiento de doñas, debían de pertenecer a las familias más importantes del pueblo.

Para acabar este sencillo artículo quiero referir una anécdota que oyó contar, hace muchos años, el señor Felipe Catalina González, buen amigo. Había en Pedrajas una señora muy devota de San Roque, que todos los años, cuando se acercaba el día de su fiesta, porque ella ya no podía, encomendaba a un sobrino suyo, llamado Cayo Pérez, la limpieza de la imagen del santo. Cuando regresaba de cumplir con el encargo, le preguntaba:

-Cayito, hijo, ¿has limpiado bien a San Roque?

A lo que él respondía algo así como:

-Fíjese, tía, si lo he hecho bien, que de tanta agua como le he echado, hasta el perro se sacudía la cola. 

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