Querido amigo y vecino Carlos:
Aunque lo tenías anunciado, yo no acababa de creerme que te jubilarías (te sentía maestro integral y creía que a última hora te rajarías y te quedarías con tus amados alumnos), pero ha llegado y te felicito por eso, por llegar y por haber sido tan eficaz y productivo en tus dilatados años de profesión.
Dejas el listón muy alto. Manifiestas tus intenciones de seguir enseñando. Tienes contraída la fiebre y no te curarás de ella ¡gracias a Dios!, seguirás siendo útil y eficaz, como corresponde a un pura sangre.
Me llena de orgullo tenerte como compañero y como maestro. Deseo para ti larga vida en esta etapa que se te abre.
Un abrazo desde el corazón.
Teresa González Lozano.
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