Compartimos con vosotros un artículo de carácter histórico publicado en El Norte de Castilla el pasado 31 de agosto, relacionado con un suceso que tuvo lugar en nuestra comarca hace 110 años.
Un timador profesional
EL CRONISTA
Agustín Galindo, natural de Fuente Olmedo, fue detenido en julio de 1911 por estafar a varias familias con promesas de una vida mejor en Argentina; volvería a las andadas en 1917
Iglesia de San Pedro en Aguasal, localidad donde vivía Agustín Galindo. / FUNDACIÓN JOAQUÍN DÍAZ
ENRIQUE BERZAL
El Norte de Castilla, martes, 31 agosto 2021, 07:21
Entraron en la estación de Olmedo con un sentimiento encontrado de vértigo y alegría. Vértigo, porque eran conscientes de que aquel paso supondría renunciar a la vida que llevaban hasta ese momento, a su trabajo y a sus amigos, significaba dejar su patria chica y empezar de nuevo en un país lejano y desconocido; y alegría por las promesas de un futuro inmediato de prosperidad y bienestar, incluso de riqueza fácil. Eran familias humildes de las provincias de Valladolid y Segovia, jornaleros la mayoría, que habían vendido fincas y enseres para poder costearse el viaje a la esperanza. Llevaban consigo todos sus equipajes, muebles incluidos, en carros conducidos por Celestino García y Fernando Gómez, alguacil de Pedrajas de San Esteban. Era el 9 de julio de 1911.
Esperaban con impaciencia, con los contratos de emigración en la mano, a que les dijesen de una vez por todas cuál era su vagón. Entonces ocurrió lo peor: preguntado por Celestino y Fernando, el jefe de estación desveló el engaño. Nada sabía del asunto, les dijo, ni siquiera conocía al agente de viajes que había formalizado sus contratos. El susodicho se llamaba Agustín Galindo Pérez y les había estafado. De hecho, se había fugado horas antes con el dinero de todos ellos: 9 familias de Pedrajas, 51 personas de Íscar, 4 de Nava de la Asunción, 2 de Navas de Oro, 4 de Mata de Cuéllar, 2 de Aguasal y una de Villaverde.
Todas ellas habían caído en el embrujo de una vida próspera y envidiable al oírle relatar sus fantásticas peripecias en Argentina. Porque Agustín, nacido en Fuente Olmedo hacía 35 años, había regresado de Buenos Aires tres meses antes. Después de fijar su residencia en Aguasal, más arruinado que nunca, se hizo pasar por agente de una casa inglesa de emigración esgrimiendo documentos falsos sustraídos a algunas agencias de viajes. Comenzó a actuar en pueblos de las provincias de Valladolid y Segovia describiendo, a cuantos accedían a escucharle, un relato más que tentador de sus «bienandanzas americanas».
A familias humildes y esforzadas, que trabajan de sol a sol para ganarse un jornal más que ajustado, les prometió ganancias de 8 a 10 pesos diarios en la colonización de las ricas tierras de Córdoba, en Argentina, trabajando en las obras de un ingeniero llamado Enrique Gacton. Los primeros contratos -falsos- de emigración los firmaron Santiago Gómez, Celestino García, Antonio Muñoz, Santiago Muñoz, Rufino García, Mariano San Vicente, Eugenio Romo, Leoncia Heredia y Fernando Gómez Pascual. Luego vendría el resto.
Todos vendieron separadamente sus fincas, muebles y enseres para llevar dinero a su éxodo y abonar una cantidad considerable como anticipo. Según Galindo, al llegar a Argentina pagarían otras cantidades. Entretanto, él iba de pueblo en pueblo propagando sus engaños, comiendo y durmiendo en las casas de los estafados, que lo trataban a cuerpo de rey. Después de barajar varias fechas, fijó para el 9 de julio la salida desde Olmedo, donde un tren especial conduciría a todos los contratados hasta Barcelona, puerto de embarque. Aquel día, después de escuchar al jefe de estación que nada sabía del viaje y mucho menos del agente que supuestamente lo había contratado, fue sin duda el más amargo de sus vidas.
Desplazada hasta la capital vallisoletana, una comisión de afectados denunció los hechos a la policía. Los agentes detuvieron a Agustín el 13 de julio, mientras almorzaba tranquilamente en un restaurante de la ciudad. El de Fuente Olmedo se entregó sin oponer resistencia. Llevaba consigo 400 pesetas en billetes y numerosos documentos relacionados con los timos. Entre ellos, varios pagarés por un valor total de 6.479,55 pesetas, autorizados por las firmas de Alejandro Sánchez, Felipe Adrián, Andrés Sancho, Tomás Martín, Antonio Muñoz, Fernando Gómez, Pedro Zacasin, Rufino García, Mariano Sanz, Celestino García, Santiago Gómez, Bruno Calvo, Eufemio Pérez y Eulogio y Evaristo Álvarez.
Inmediatamente fue conducido a la cárcel de Chancillería, mientras instruían diligencias los juzgados de Olmedo y Santa María de Nieva. Agustín Galindo cumplió su condena pero no aprendió la lección. Seis años después, concretamente en marzo de 1917, sería detenido en Vitoria por estafar a conocidas personas de negocios haciéndose pasar por «un ingeniero de la Compañía Inglesa de Aparatos Eléctricos». Aunque utilizaba diferentes nombres, como Ángel Chaiton y Mar Amary, la prensa de entonces se refería a él, despectivamente, como «un míster de Valladolid».
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