Se celebra hoy la festividad de los Santos Inocentes, mandados degollar sin culpa alguna por el rey Herodes. En Pedrajas, como en tantos y tantos lugares de España, era costumbre gastar inocentadas, por ejemplo, colocar a alguien -sin que se enterase- un monigote de papel en la espalda, para que lo paseara allá donde iba ante el regocijo de los presentes. Otra inocentada consistía en pedir los niños prestadas, a familiares, vecinos o conocidos, pequeñas cantidades de dinero, para una vez en las manos, decir: Los Santos Inocentes te lo pagarán.
El día de los Santos Inocentes mandaban decir los yeseros de Pedrajas una misa a la Virgen de Sacedón en acción de gracias por haberse hundido por completo, sin causar desgracia alguna, la mina que en la ladera del Pico de la Envidia, por encima del camino de Cogeces, tenía el señor Luis Salgueiro Alonso, vecino de Olmedo. Sucedió ese hecho el 28 de diciembre de 1922, milagrosamente mientras todos los obreros se encontraban en dicha villa de Olmedo, asistiendo, por orden del patrón, al entierro del señor Venancio Gómez, su suegro. De haberse encontrado en la yesera, picando y extrayendo el yeso, hubieran muerto aplastados, sin remedio.
El señor Venancio Gómez López, natural de Villaescusa de Ebro, en Cantabria, fue un hombre muy emprendedor, dedicado toda su vida a la elaboración de harinas en diversos molinos y fábricas de la comarca. En 1903 adquirió el molino del Pino, en Mata de Cuéllar, e instaló en él una central eléctrica destinada a abastecer de energía a las localidades de Íscar, Pedrajas y Olmedo.
La yesera que en Pedrajas instaló Luis Salgueiro, hundida en el año 1922, como antes hemos referido, fue la primera en la comarca en disponer de un motor eléctrico para moler el yeso ya cocido, una labor en la que anteriormente se empleaban caballerías que movían una gran piedra giratoria. Nieto del señor Venancio Gómez fue Ángel Gómez Fraile, vecino de Pedrajas, ya fallecido, dedicado a reparar motores eléctricos, por lo que era conocido como Angelito, el de los motores.
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