Ayer, lunes, desde por la mañana, los vecinos de la zona en que se juntan las calles Gallegos y Humilladero con la plazuela de Cantarranas hemos visto una gallina perdida, yendo de un lado para otro. Al anochecer todavía no había aparecido su dueño.
Esta es la gallina perdida, fotografiada al atardecer.
Para distinguirla, lleva atado a la pata izquierda un pequeño cordel con los colores rojo y blanco mezclados. Uno de los vecinos le ha echado algo de comer y le ha proporcionado agua, pues el día ha sido muy caluroso.
El marcar a las gallinas para poder identificarlas como propias era una práctica habitual en tiempos pasados, ya que a veces los corrales no tenían tapias y las gallinas salían a buscar comida por los alrededores. Otras veces, se saltaban la tapia y se escapaban, con el consiguiente disgusto de los propietarios.
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