Publica hoy jueves, 12 de marzo, El Norte de Castilla, en su suplemento semanal DXT BASE, un amplio reportaje sobre la joven pedrajera Carmen Sanz, portera del equipo de balonmano Aula Alimentos de Valladolid, de la División de Honor.
CREER PARA VIVIR, VIVIR PARA CREER
CARMEN SANZ. LA PORTERA DEL AULA ALIMENTOS DE VALLADOLID DISFRUTA DE LA PRIMERA COMPETICIÓN EUROPEA QUE ESTÁ VIVIENDO SU CLUB
NURIA GALINDO
El Norte de Castilla. DXT Base, página 5.
Jueves, 12 marzo 2020.
La humildad, el trabajo y su peculiar risa son algunas de las muchas cosas que describen a Carmen Sanz, portera del Aula Alimentos de Valladolid, que ha vivido en sus propias pieles el pase a semifinales de la Women Challenge Cup, la primera competición europea que el conjunto vallisoletano ha jugado. «Lo celebramos mucho, pero ya hemos vuelto a nuestro día a día», confiesa la guardameta, que ya forma parte de la historia del club de los Pajarillos, humilde, pero que ha conseguido crecer y disputar su primer campeonato continental.
La historia de Carmen es la de una amante del balonmano. Con nueve años comenzó a jugar 'por culpa' de un profesor, que entrenaba al equipo de su colegio (Las Agustinas) y le incitó a probarlo. Fue como un flechazo, desde ese preciso instante tuvo claro que era su deporte y nunca se le pasó por la cabeza practicar otro. Y aunque en categorías inferiores los niños prueban todas las posiciones, Carmen ya apuntaba maneras bajo palos; su entrenador lo vio claro desde el principio. «Había cuatro tiempos, de diez minutos cada uno, y siempre me ponía de portera en uno. Me decía que tenía pinta de ser buena», recuerda entre risas.
Fue en la categoría infantil en la que tuvo su primer contacto con el Aula Cultural, después de que se uniera a Las Agustinas con el fin de fomentar el balonmano. Dio así sus primeros pasos en un club en el que hizo amigos, pero que dejó para unirse durante tres años al HandVall. «Éramos la misma generación de Las Aulatinas, aunque nos mezclamos con el Balonmano Rondilla», explica la guardameta, que recuerda con un cariño especial la lucha por ganar la liga de Castilla y León y la clasificación para los sectores.
VUELTA A CASA
El destino quiso que Carmen Sanz disfrutara de una segunda etapa en el Aula, que comenzó siendo juvenil. «El Aula subió a División de Honor y yo me tomé el balonmano más en serio. Pensé que iba a mejorar; además, el entrenador de porteras es el profesor con el que empezó todo», señala la portera, que compaginaba los partidos en su categoría y los entrenamientos con el División de Honor con sus estudios.
Y es que sus logros deportivos no han sido un obstáculo en su vida académica; todo lo contrario, el balonmano le ayudó a organizarse «desde pequeña». «Entrenaba por la tarde, estudiaba por la noche y por las mañanas iba a clase. Siempre he seguido esa rutina y me ha ido bien», asegura Sanz, que cursa la carrera de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFD) por su pasión por el balonmano.
Pero si hay algo que destaca en Carmen por encima de todo es su afán por no darse por vencida, un afán que le ha llevado a proclamarse subcampeona de la Copa de la Reina en la campaña 2018/19, un hito histórico para el Aula Cultural, que no había conseguido nunca algo así. «Fue como un sueño; es un campeonato toda niña sueña en jugar. Pese a que íbamos con las expectativas bajas, ya que había jugaradoras lesionadas, fue un subidón», rememora. Gracias a ello se clasificaron por primera vez para la Women Challenge Cup; el equipo nacido en el barrio de los Pajarillos iba a jugar por primera vez en su historia un campeonato europeo femenino, aventura que continúa tras vencer al Atlético Guardés en Huerta del Rey y empatar en su casa.
Con apenas 20 años, Carmen Sanz ha puesto su nombre en la historia de un club familiar, de barrio, que nunca ha perdido su esencia. «Estamos en un buen momento. El club está creciendo a nivel económico y las jugadoras nos dejamos el alma en cada partido. Hay que disfrutarlo», dice la cancerbera, que mantiene los pies en el suelo y solo piensa en seguir mejorando cada día.
Pese a que hay rachas buenas y otras no tan buenas, en las que se replantea seguir trabajando, siempre ha tenido claro que sin el balonmano su vida no tendría sentido. «Al final de cada temporada piensas en las lesiones, por ejemplo, pero no me puedo desprender del deporte de mi vida», cerciora.
Es más; su pasión va más allá, puesto que el año pasado entrenó a niños en categorías inferiores, y aunque este año no ha podido seguir vinculada a ello por los horarios de la universidad, siempre que puede 'echa una mano' a su compañera. «Los niños te admiran; yo les digo que disfruten del balonmano, que es un deporte precioso, y que no importa el resultado». Porque hay que vivir para creer en uno mismo y saber de lo que es capaz. Carmen ha creído y lo ha conseguido. Quien le conoce sabe que es una auténtica guerrera que logra lo que se propone.
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