En los primeros años del siglo XVI, por mandato de los Reyes Católicos, se construyó un puente de cal y canto sobre el río Eresma a la altura del pueblo de Valviadero, con el parecer contrario de la villa de Olmedo que consideraba más conveniente edificarlo en uno de los vados existentes aguas arriba, denominados Vadalba y Castrejón. No debió de ser un puente muy utilizado y con el paso del tiempo acabó por destruirse.
Hace ya bastantes años localizamos algunos restos, que podrían haber pertenecido a sus pilares, y tomamos algunas diapositivas. Pasado algún tiempo, intentamos ver nuevamente esos muros y no conseguimos dar con ellos, pues estarían cubiertos por las arenas que arrastra el río en sus crecidas y por la abundante vegetación de la ribera.
Así hasta que hace unos días, un amigo de Olmedo, dedicado también al estudio del pasado, me mandó unas fotografías de esos pilares, tomadas por unos amigos suyos, preguntándome si ya conocía esos restos. Le dije que creía que sí y le agradecí haberme avisado pues llevaba bastante tiempo intentando localizarlos de nuevo y ahora estaban a la vista otra vez.
Hoy domingo, por la tarde, atravesando el pinar de Valviadero, nos hemos llegado hasta la ribera del Eresma, en su margen derecha, enfrente del caserío, donde se encuentra la iglesia del desaparecido pueblo, cada vez más arruinada, sin que ninguna institución haya hecho nada por evitarlo.
Un gran panel colocado en el borde del valle anuncia la existencia de un coto de pesca que curiosamente llevaba el nombre de Sacedón, pues se iniciaba en la ribera de nuestra ermita, aguas arriba. Al lado del cartel arranca un camino que desciende hacia el vado del río, tornando en su tramo final hacia la izquierda antes de adentrarse en la vegetación de la ribera. Caminando unos metros por esa senda, a mano derecha, se divisa el primero de esos posibles pilares del antiguo puente, realizado con piedras calizas trabadas con argamasa, es decir, cal mezclada con arena. Algunas de las piedras muestran una cara plana, sin duda porque estarían situadas en la parte externa de la construcción.
A unos 20 metros –medidos con zancadas desiguales por una superficie llena de troncos secos, chopos y zarzas- se encuentra otro de los pilares, muy cerca ya de la corriente del río. Entre medias, se aprecian una especie de cauces, ahora secos, abiertos por el río en sus crecidas. Este segundo pilar es superior al primero en tamaño, pues alcanza los cinco metros de largo por tres de ancho, aproximadamente. Esta edificado con los mismos materiales que el anterior y presenta piedras levemente labradas en una de sus caras, levemente curvada. Sobre este pilar crecen dos arbustos de saúcos y unas plantas que por su olor podrían ser algún tipo de manzanilla.
Segundo posible pilar del puente.
Planta con olor a manzanilla.
A falta de un estudio más detenido, todo parece indicar que entre estos dos posibles pilares corrió antiguamente el río Eresma. Posiblemente haya algún núcleo más con restos constructivos, que no hayamos localizado por no haber podido reconocer detenidamente toda la zona, de uno y otro lado de la corriente. Volveremos por allí.
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