domingo, 22 de julio de 2018

LA ZORRA Y LAS UVAS

Dedicada a los niños de todas las edades

Parecía que la zorra
al cielo, embelesada, miraba,
pero miraba al racimo
que de la parra colgaba.

Ojos golosos tenía,
la boca, hecha agua, 
toda se relamía,
por anticipado, disfrutaba
de la fruta que miraba.

Saltos y más saltos,
cada vez más altos daba,
por ver si alcanzaba
con su boca el racimo
que tanto deseaba.

Pero, nanay, no había tu tía,
que la fruta no caía,
ni un gajo se desprendía
para endulzar la boca
de tan golosa dama.

Tantos saltos dio
que las patas le temblaban,
le dolía la espalda,
las uñas le sangraban
y no podía correr, si de improviso,
el dueño de las uvas llegaba.

Renegando de su suerte,
dio mil vueltas sobre sí,
tratando de morder su cola.
De alguna manera
tenía que quemar la rabia
que el fracaso le provocaba.

Por el rabillo del ojo, se percató
de que una multitud,
boquiabierta, la miraba.
Unos por disfrutar del espectáculo,
que los saltos circenses representaban,
otros, confiando recibir las migajas
del suculento festín que se avecinaba. 

La zorra, dama de postín,
al instante compuso su figura,
esponjó su cola parda,
hizo un mohín a lo coqueto
y con mucha prosopopeya
se dirigió a la concurrencia
diciendo: ¡ ji-ji-jiiiii!...
¡No están maduras, las condenadas!

Teresa González Lozano
Barcelona, 18 de junio de 2018

No hay comentarios:

Publicar un comentario