En Pedrajas, como en otros pueblos de España, pervive la costumbre de las capillas domiciliarias, dedicadas la Virgen Milagrosa, la Sagrada Familia, Nuestra Señora del Carmen, etc.
Por si alguno no conoce esta tradición, consiste en que una pequeña caja de madera –la capilla-, con una imagen religiosa dentro, protegida por un cristal, permanezca un día al mes en el domicilio de una serie de personas, anotadas en una pequeña lista unida a la capilla.
Las capillas se llevan a la casa del siguiente en la lista al anochecer, se colocan en lugar preferente y se suelen iluminar con una lamparilla de aceite o con una vela. A los pies de la capilla existe un hueco con una ranura para depositar una limosna en dinero, que servirá posteriormente para decir misas por los devotos. Una vez al año, por Navidad, se reunían todas las capillas en la iglesia y se celebraba una misa comjunta.
Antiguamente, los miembros de la familia se ponían de rodillas en el momento de despedir a la capilla. Otra costumbre, aún en uso, consiste en que quien lleva la imagen a otra casa, salude diciendo ¡Ave, María, Purísima! A lo que se respondía “Sin pecado concebida”.
Vienen estas palabras a cuento porque en mi casa recibimos una de las dos o tres capillas dedicadas a la Milagrosa. Se trata de una capilla nueva, con una imagen también nueva, realizada no hace muchos años, en sustitución de otra antigua, que suponemos estaría ya en mal estado. Muchos de los vecinos que figuran en la lista han ido muriendo, otros son ya muy mayores, el caso es que falta gente nueva que quiera recibir en su hogar, un día al mes, esta capilla. Conviene que sean personas que vivan en el casco antiguo del pueblo, por la plazuela de San Agustín, el Chamberí, barrio de los Gallegos, calle de la Revilla, calle Alamar…
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