PREMIADA EN BARCELONA
Felicitamos a la escritora pedrajera Teresa González Lozano por haber conseguido el 2º premio, en la modalidad de prosa en castellano, en el certamen "XVIII Jocs Florals per la Gent Gran 2016” / “XVIII Juegos Florales para las Personas Mayores”, organizado por el Centro Cívico “La Sedeta” del barrio barcelonés del Camp d´en Grassot-vila de Gràcia.
El relato premiado, que lleva por título “Los Magos de Oriente 2016”, fue publicado en esta misma sección el pasado 13 de marzo. Nos comenta que como no ha sido frecuente en su vida recibir un premio, le gustaría que se volviera a publicar con la siguiente dedicatoria:
“Dedico mi primer premio literario a los Refugiados, víctimas de nuestra condición de pacatos, deshumanizados e individualistas desmemoriados, que ya no recordamos que también nosotros fuimos refugiados y que cualquier día podemos volver a serlo. Me refiero, claro está, al mundo occidental, al cual pertenecemos, como colectivo. Individualmente y en nombre propio, es necesario que tomemos conciencia de la situación y que cada uno actúe generosamente, desde su conciencia y desde su modo particular de vivir el problema. El tema es una catástrofe humana bochornosa.
Se lo dedico a la gente de mi edad, valiente y bregada en el sacrifico, que se levanta cada mañana con el ánimo de la primera juventud, pensando que "aquí no pasa nada". Por eso, porque "aquí no pasa nada que no tenga que pasar".
Por último mi agradecimiento a los Donantes, que donan generosamente parte de su cuerpo o del de sus familiares difuntos para que otros vivamos una prórroga.”
LOS REYES MAGOS DE ORIENTE 2016
Habían llegado vagas noticias sobre destellos indescifrables, pero la señal celeste inequívoca, anunciadora del Gran Viaje no se había producido.
Para no retrasarse más, los Reales Señores de Oriente, precedidos de su gran séquito, se pusieron en camino. Atravesaron los fértiles valles del Tigris y el Eúfrates, dejaron atrás la mítica ciudad de Babilonia y se adentraron en los desiertos de Jordania y Siria, Querían atravesar las llanuras de Anatolia y embarcar en el puerto de Izmir, rumbo a Occidente. Ese es el plan seguido, durante cientos y cientos de años.
Conforme avanzaban, se vieron sorprendidos por ríos de viajeros que, venidos de distintos puntos del planeta, convergían en uno solo. Viajaban familias enteras, seguidas de una caterva de traficantes, estafadores, embaucadores, etc.
Preguntaban y todos respondían que habían perdido sus casas y venían perseguidos por los señores de la guerra. Su esperanza estaba en Occidente.
A medida que se acercaban a las costas otomanas, fueron encontrándose con gente atrapada, durmiendo en el suelo y apenas cubiertos por plásticos y mantas que les proporcionaban los vecinos de los pueblos limítrofes.
Al llegar a puerto los barcos contratados de antemano no acudieron a la cita. Se vieron obligados a aceptar, por cantidades abusivas, desvencijadas embarcaciones que, en la travesía del Mare Nostrum, a punto estuvieron de naufragar.
Llegados a Thessalónika (Grecia) el problema había pasado a mayores. Todo tipo de impedimentos se habían instalado en el lugar: alambradas de espinos, policías con perros, precariedad de los huidos… No faltaban traficantes al acecho del negocio lucrativo. Las fronteras estaban blindadas a cal y canto.
Los Reales Señores, validos de su rango, enviaron emisarios a las autoridades de Occidente. Recibieron respuestas ambiguas: "La situación era muy grave en la zona", "Había un grave problema de seguridad", "En breve celebrarían una Cumbre"…"Ellos podían pasar, pero no su séquito, para evitar la infiltración de elementos indeseados".
Sus Majestades no entendían nada. ¿Qué había sido de ese lugar y de esas gentes que con tanto orgullo exhibían la condición de paladines en la defensa de Los Derechos Humanos en el Orbe entero? ¿Qué se había hecho del derecho de asilo para las personas en riesgo de perder la vida?
Sus Majestades tomaron una decisión drástica: hicieron fundir todos los tesoros que portaban y auxiliar con ellos a la población que se hacinaba en el barro helado. Cambiaron sus ricas vestiduras por buzos y botas de agua y se quedaron a ayudar en lo que pudieran. Para su consuelo, muy pronto vieron aparecer a otros locos por la fe y junto a la población civil y a los propios huidos comenzaron a organizar una precaria ayuda humanitaria. De las autoridades occidentales no se supo nada.
Apenas nadie se ha dado cuenta, pero en Occidente este año, ante la ausencia de Sus Majestades, tuvieron que improvisar falsos repartidores de sueños y esperanzas. Este cometido recayó, en "El Corte Inglés y en Internet pero. ¡Claro!, no es lo mismo. No se sabe si para el próximo año el problema estará solucionado.
Teresa González Lozano.
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