domingo, 13 de marzo de 2016

LOS MAGOS DE ORIENTE 2016

Por Teresa González Lozano

Habían llegado vagas noticias sobre destellos indescifrables, pero la señal celeste inequívoca, anunciadora del Gran Viaje no se había producido.

Para no retrasarse más, los Reales Señores de Oriente, precedidos de su gran séquito, se pusieron en camino. Atravesaron los fértiles valles del Tigris y el Eúfrates, dejaron atrás la mítica ciudad de Babilonia y se adentraron en los desiertos de Jordania y Siria, Querían atravesar las llanuras de Anatolia y embarcar en el puerto de Izmir, rumbo a Occidente. Ese es el plan seguido, durante cientos y cientos de años.

Conforme avanzaban, se vieron sorprendidos por ríos de viajeros que, venidos de distintos puntos del planeta, convergían en uno solo. Viajaban familias enteras, seguidas de una caterva de traficantes, estafadores, embaucadores, etc.

Preguntaban y todos respondían que habían perdido sus casas y venían perseguidos por los señores de la guerra. Su esperanza estaba en Occidente.

A medida que se acercaban a las costas otomanas, fueron encontrándose con gente atrapada, durmiendo en el suelo y apenas cubiertos por plásticos y mantas que les proporcionaban los vecinos de los pueblos limítrofes.

Al llegar a puerto los barcos contratados de antemano no acudieron a la cita. Se vieron obligados a aceptar, por cantidades abusivas, desvencijadas embarcaciones que, en la travesía del Mare Nostrum, a punto estuvieron de naufragar.

Llegados a Thessalónika (Grecia) el problema había pasado a mayores. Todo tipo de impedimentos se habían instalado en el lugar: alambradas de espinos, policías con perros, precariedad de los huidos… No faltaban  traficantes al acecho del negocio lucrativo. Las fronteras estaban blindadas a cal y canto.

Los Reales Señores, validos de su rango, enviaron emisarios a las autoridades de Occidente. Recibieron respuestas ambiguas: "La situación era muy grave en la zona", "Había un grave problema de seguridad", "En breve celebrarían una Cumbre"…"Ellos podían pasar, pero no su séquito, para evitar la infiltración de elementos indeseados".

Sus Majestades no entendían nada. ¿Qué había sido de ese lugar y de esas gentes que con tanto orgullo exhibían la condición de paladines en la defensa de Los Derechos Humanos en el Orbe entero?, ¿Qué se había hecho del derecho de asilo para las personas en riesgo de perder la vida?

Sus Majestades tomaron una decisión drástica: hicieron fundir todos los tesoros que portaban y auxiliar con ellos a la población que se hacinaba en el barro helado. Cambiaron sus ricas vestiduras por buzos y botas de agua y se quedaron a ayudar en lo que pudieran. Para su consuelo, muy pronto vieron aparecer a otros locos por la fe y junto a la población civil y a los propios huidos comenzaron a organizar una precaria ayuda humanitaria. De las autoridades occidentales no se supo nada.

Apenas nadie se ha dado cuenta, pero en Occidente este año, ante la ausencia de Sus Majestades, tuvieron que improvisar falsos repartidores de sueños y esperanzas. Este cometido recayó en "El Corte Inglés y en Internet pero, ¡claro!, no es lo mismo. No se sabe si para el próximo año el problema estará solucionado.

1 comentario:

  1. ¡Qué bonito! Y qué esperanzador para los hombres de buena voluntad que esperan que los burócratas busquen una solución de paz. Leonardo Baños.

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