domingo, 10 de enero de 2016

OTRO FENÓMENO ATMOSFÉRICO

EL PASADO LUNES, 50 LITROS POR METRO CUADRADO EN PEDRAJAS

Por Víctor Manuel Sanz Arranz

Un día casi de récord. El pasado 4 de enero sucedió algo no muy frecuente por estas latitudes. Estuvo lloviendo todo el día y recogí en mi pluviómetro cincuenta litros por metro cuadrado. Algo que tuve que revisar por dos veces pues el aparato sólo registra hasta 35 litros.

Desde hace más de tres décadas anoto en mi diario de lluvias todo lo que cae del cielo y la cantidad mencionada solamente la recuerdo en otras dos ocasiones. así que voy a tirar de mi hemeroteca. En una tormenta de verano, unas nubes negras descargaron sobre Pedrajas unos 50 litros por metro cuadrado hace más de 25 años. Pero es que un lustro antes, en una sola jornada y en invierno, esa cifra tan redonda también caló nuestras tierras. Por aquel entonces yo no tenía pluviómetro. Lo registré en un cubo al que previamente había medido el  área del círculo de su boca. Después simplemente tenía que medir el agua y hacer una multiplicación. !En fin, mi logística era así de precaria por entonces! 

Mi padre me decía: "Deja que llueva, para que coja sangre la tierra". El tiempo suele sacarnos de apuros. Si te encuentras con alguien y no sabes de qué hablar, le hablas del frío que hace o de la falta que hace que llueva y asunto zanjado.

Además, el arte de predecir es algo que a mucha gente le interesa. Ahí están las cabañuelas, el calendario zaragozano, el cerco de la Luna... Yo mismo compré un libro de Mariano Medina (uno de los más famosos "hombres del tiempo", ahora por fin también hay "mujeres del tiempo") que se titulaba "Cómo predecir el tiempo mirando el cielo". Lo que más aprendí de él fue que cuando amanece empedrado y además con un color plateado o incluso rojizo, existen muchas posibilidades de que tengamos que sacar el paraguas. También me he fijado en el comportamiento de algunos animales. Cuando veo en verano sapos guarros que andan moviéndose por los caminos (a los que por supuesto esquivo para no pillarles con las ruedas) es un signo inequívoco de que algunas gotas de agua (pocas o muchas) nos van a refrescar.

También soy un aficionado de la predicción científica, algo que especialmente me interesa por mi trabajo. Antes les criticaba, pero ahora he de reconocer que su capacidad de acierto es muy grande. Sólo pongo dos ejemplos: a primeros del último mes de mayo fueron capaces de ver cómo iban a subir las temperaturas hasta 35 grados de máxima con 8 días de antelación, algo inusual por esas fechas y que por cierto nos estropeó la cosecha de cereal. Y en otra ocasión llegaron a prever una helada de -10 º  7 días antes, cuando todavía ni siquiera había escarchado. Ni que decir tiene que a todos nos importa lo del "cambio climático" o nos debería importar.

Mezclándolo con la psicología, hace no mucho escribí estos versos:

"Pero los tiempos han pasado.
Hay quien dice que llueve menos que antaño,
o que ya no hiela tanto.
O que se le ocurre hacer
calor, viento o frío
cuando no es necesario.

¡Vamos, que el tiempo está loco!
y a nuestros deseo caprichosos
no les hace ningún caso."


Y para despedirme os dejo con una "perla" de la predicción que me contó un contemporáneo mío hace no mucho tiempo:

"Cuando el Sol se pone en cepa
y la Luna en cucurucho,
o llueve poco o mucho
o nada,
o se queda como estaba"

¡Un saludo!  

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