Te escribo hoy porque mañana tendrás mucho que hacer y quiero que disfrutes del día a tope.
Déjame que te tutee porque eres atemporal, es decir, eres de todos los tiempos. Por ti han pasado los años, pero no el tiempo: por lo joven, por lo vital, por la curiosidad que mantienes ante las cosas y ante la vida, por lo que participas en todas las actividades del pueblo.
Dices que viniste de lejos, pero en Pedrajas nunca se ha notado, ya viniste viviendo en él, así es tu talante. Primero en Valviadero, luego en el Majuelo de Don Rufino y por último en el pueblo (perdona si me salto algún paso, no trato de recordarte tu vida al detalle, no es necesario). Pero has transitado entre los pedrajeros con la franqueza, lealtad y ánimo libre que te caracterizan.
Te recuerdo con el carretillo vendiendo la fruta del Majuelo por el pueblo, es decir, trabajando duro. Era tiempos difíciles.
Te he visto en misa, en las fiestas del pueblo, en el teatro, en las primeritas filas. También en las verbenas, al final de las cuales te iba a recoger, junto a tu grupo de amigas, tu hijo Javier.
Mantienes estable a tu grupo de amigas, con lo difícil que es eso (me pregunto por qué habrá sido).
Te he visto cuidar de tus nietos, ayudar a tus hijos, cuidar largo tiempo a tu marido en una enfermedad dolorosa y cuando tus nietos crecieron y tu marido faltó, cuidaste de tus vecinas.
Recuerdo a tus hijos venir a la escuela todos los días, desde Valviadero. En tu proyecto de madre estaba que tus hijos aprendieran, más de lo que tú sabías.
Balbina, no te quiero cansar. Solo decirte que en el cielo hay un catálogo grandísimo de heroínas anónimas y que tú, no lo dudes, formas parte del mismo. Porque tu vida ha sido ejemplar para todos nosotros, te felicito en este día tan señalado.
Teresa González Lozano.
Desde Barcelona.
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