martes, 5 de marzo de 2019

CORRIENDO LAS CINTAS

Con buen tiempo, a la espera de las lluvias anunciadas, han celebrado los quintos de Pedrajas la carrera de las cintas, en la mañana del martes de carnaval. Un poco antes de la una del mediodía, hora de comienzo, todo eran preparativos en el solar donde se suele instalar el ferial por las fiestas de San Agustín. Había que adornar los burros llegados desde Toro, alquilados por unas horas, a cien euros cada uno. También montarlos, para ir acostumbrándose, monturas y jinetes. Las caballerías locales, ya venían engalanadas de casa. Ha dado tiempo, incluso, para posar en grupo ante los numerosos fotógrafos que se hallaban presentes. Veinticuatro jóvenes, nacidos en el año 2001, han participado en la celebración, siete de ellos mujeres. Dieciocho años, cumplidos o a punto de cumplir. Muchos vecinos como espectadores, niños, jóvenes y adultos.

Haciéndose a las cabalgaduras...  y al revés.


 Fotografías para la historia.

Los espectadores.

Pronto, han llegado los empleados del Ayuntamiento, trayendo las tres cestas preparadas para la ocasión. Los quintos y quintas, muy bien ataviados, con sus pantalones blancos, sin lucir este año un pañuelo, anudado al cuello. Atada a la maroma la primera de las cestas, ha comenzado el ritual. Un ritual en el que ha vuelto a falta orden y concierto, sobre todo al principio, cuando unas monturas se enfrentaban a las otras por caminar en direcciones opuestas. Advertidos del hecho, se han puesto de acuerdo para ir siempre los unos tras los otros. Seguimos insistiendo en que es necesario que el desarrollo de la carrera se prepare con antelación, hasta el más mínimo detalle, para que resulte lo más brillante posible. 

Los empleados del Ayuntamiento.




Una caída sin consecuencias.

De repente, el burro se tiró al suelo y comenzó a rebuznar y revolcarse.


Detrás del palón, protegiéndose de este caballo algo desbocado.












Así, cualquiera.

Colocando la segunda cesta, con los colores de la bandera de España.









Óliver, preparándose para cuando sea quinto.


Igual que pasó el año anterior, las cintas han permanecido poco tiempo prendidas en las cestas, así que el espectáculo no ha durado mucho. Aunque se mantiene la costumbre de preparar hojuelas las familias de los quintos, ya no se va casa por casa a comerlas, después de correr las cintas. Sí que pervive la costumbre de reunirse todos, en compañía de sus familiares más cercanos, en una comida de hermandad que tiene como escenario las salas de Giroteo. Mañana, vuelta a clase, encima con exámenes importantes…

¡Quintas y quintos, suerte en la vida!

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