Me he enterado en tierras lejanas de que nuestro querido amigo Chuchi Lorina se ha marchado para siempre. Sirvan estas líneas de despedida. Digo amigo porque así le he sentido siempre, amigo de mis padres, de los que siempre está en los momentos difíciles.
Guardo muchísimos recuerdos de él, forman parte de mi niñez, no olvidaré las tardes en Sacedón y en el río con toda la pandilla de amigos. La verdad es que esta enfermedad se ha cebado con nosotros, tengo una foto de una paella en el pinar y desde hace muchos años ya faltan mi madre Choni, los niños Pablo y Virginia, y ahora Chuchi, todos víctimas de cáncer.
En mi memoria están las tardes de nícalos y setas de pico, no había nadie que supiera mejor donde estaban los corros que él. Pero lo que quiero contar es un rasgo de su personalidad que mucha gente conocía y que se hizo explícito un día, allá por el año 2006, creo recordar. Era yo concejala de la oposición, era un sábado de crudo invierno, y se produjo un incendio en un domicilio de Pedrajas cerca de la Plaza Mayor. Hasta allí nos desplazamos muchos vecinos y algún concejal del equipo de gobierno. Después de los primeros momentos de confusión, instamos a los responsables municipales a que buscarán un lugar donde los vecinos de ese domicilio de origen latinoamericano pudieran dormir esa noche. Al ver que desde las instituciones no se daba una solución, Chuchi les ofreció la casa de sus padres, en el barrio de Corea, que estaba vacía en ese momento para que se quedaran el tiempo que necesitasen. Recuerdo que fuimos unas horas más tarde y les llevamos algo de comida, juguetes y cuentos para los niños. Creo recordar que había tres niños muy pequeños. Chuchi nos dio un ejemplo con su generosidad, sin conocer prácticamente de nada a esa familia les abrió las puertas de su casa sin apenas dudar, con la seguridad de que estaba haciendo lo correcto. A mí ese día me dio una lección.
Se ha ido con un sueño cumplido, el de ser abuelo, me consta que el nacimiento de Marco le hizo muy feliz y que por eso fue más dura su partida. Reconocí últimamente, algún día que pude verle, la enorme pena de no poder disfrutar de la vida como se merecía, reconocí esa pena en su mirada porque yo ya la había visto antes.
Querida familia Martín de Pablos, un trozo de Chuchi está con vosotros, tanta energía solo puede transformarse. Os queremos mucho.
Asun Barrios.
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