miércoles, 4 de abril de 2018

SERMÓN DE SACEDÓN 2018

SERMÓN DE LA ROMERÍA DE SACEDÓN

Pronunciado por el padre Antonio Cabrejas Martín, de la Orden de Predicadores

Pedrajas de San Esteban, 2 de abril de 2018


Queridos hermanos y hermanas:

1. 

Lo primero que quiero decir es que es una bendición y un motivo de alegría para mí estar aquí con vosotros y junto a la Virgen de Sacedón en este momento de mi vida, en el atardecer de mi vida.

Vais a disculparme y permitirme que comience con recuerdos personales. Del año 1956 al 1960, entre mis 7 y 11 años de edad, como monaguillo y hasta como sacristán, fui testigo y participante de los acontecimientos que se dieron en Pedrajas con relación a la Virgen de Sacedón: la acertada restauración de su ermita, su coronación el 11 de Mayo de 1958, la creativa celebración del aniversario de la coronación, y las frecuentes misas en la ermita de los distintos grupos y profesiones de trabajadores, piñeros sobre todo, yeseros… principalmente en primavera y verano. 

Los mejores recuerdos de mi niñez están relacionados con Sacedón. Numerosas fotografías son testigos gráficos de eso. Después de entrar a los dominicos en 1960, siempre que he venido a Pedrajas, la visita a Sacedón ha sido obligada.

Durante los 42 años que llevo como misionero en Ecuador, he tomado vacaciones coincidiendo con el día de Sacedón: en 1986, en 1993, que hizo mucho frío y me tocó predicar la homilía (que no gustó a Don Félix…), en el 2007 y ahora en el 2018. O sea, una vez cada diez años. También participé en la celebración del cincuentenario de la coronación de la Virgen en Mayo del 2008.

2.

Dentro de la variedad de actividades pastorales que me ha tocado desempeñar durante estos años tuve la suerte, del 2004 al 2014, de ser el rector del santuario mariano de Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa en Baños como responsable de mantener y promover la devoción a la Virgen, con todo lo que esto significa, tan arraigada en el pueblo católico latinoamericano, que ha heredado y comparte nuestra fe cristiana-católica.

Nuestra Señora del Rosario de Agua Santa.

Baños de Agua Santa, que adoptó como sobrenombre el de la Virgen, es una ciudad ubicada al pie de un volcán de más de 5.000 metros de altura, el Tungurahua, muy activo en este tiempo, con numerosos manantiales de aguas termales, situada también a la entrada de la selva junto al río Pastaza, uno de los afluentes del Amazonas.

La asistencia de peregrinos y devotos a este santuario es de 8.000 promedio los fines de semana y de cerca de 30.000 en los festivos. La comparación y la diferencia con Sacedón es inevitable, pero hay algo en lo que coinciden: la presencia de una imagen de la Virgen y la devoción del pueblo cristiano a la Virgen. Esto me ha hecho descubrir por experiencia directa, el valor de los santuarios (y ermitas) y el sentido de la piedad popular católica dentro de nuestra cultura.

3.

El culto a la Virgen María es una característica de la fe cristiana católica pero también de otras Iglesias cristianas. La fe cristiana es mucho más que una devoción, implica más exigencias y tiene más consecuencias, pero la devoción es también una manifestación de fe. La devoción se basa en la admiración, en la gratitud y en una confianza especial del devoto hacia quien va dirigida la devoción. 

4.

¿Por qué la devoción a la Virgen María? 

Por una razón muy sencilla: porque primero Dios se fijó en ella, (no porque fuera la más guapa o la más rica o la más inteligente) y la escogió entre todas las mujeres para ser la madre de su Hijo, Jesús, y ella con fe y humildad aceptó esa misión. Hizo posible así la encarnación de Jesús, su nacimiento, y que él pudiera llevar a cabo el plan de la redención de la Humanidad. 

Este es su honor más grande. Por más coronas o mantos preciosos que le pongamos no podemos añadir nada real al honor que Dios le ha concedido al elegirla para ser su madre. (O, en todo caso, son expresiones, más o menos artísticas, de reconocimiento de ese honor exclusivo de ella, pero nada más). Ahí radica su grandeza y su poder: de su relación de madre con nuestro Señor. Por eso la alaban todas las generaciones, entre ellas la nuestra.

Si Dios vino a nosotros a través de ella, es normal que nosotros podamos ir hacia Jesús, hacia Dios, a través de ella: es el mismo camino pero a la inversa. Por la misma razón que al unirnos a Jesús en el Bautismo nos convertimos en hijos de Dios, ella se convierte en madre nuestra.

Es necesario de todos modos, en este asunto, señalar que lo importante no es el sobrenombre que le demos a la Virgen (en nuestro caso “de Sacedón”), ni el lugar donde supuestamente se apareció en un determinado momento, sino qué lugar ocupa en nuestra relación con Dios y con Jesús: si contamos con ella en la vivencia de nuestra fe cristiana. 

El recuerdo de su intervención en vida en la boda de Caná, en algo tan humano como proporcionar el vino necesario para alegrar la fiesta, debe reforzar nuestra confianza en su intercesión cuando acudimos a ella para pedirle cosas tan necesarias para la felicidad de nuestra vida como la salud y el trabajo.

Pero no debemos quedarnos solo en eso: en acudir a la intercesión de la Virgen para que nos favorezca en nuestras necesidades. Y la verdadera devoción a la Virgen se verifica, se comprueba, no tanto en la cantidad de obsequios o donaciones que podamos hacerla. La devoción es más auténtica y se demuestra sobre todo en la medida que nos ayuda a conocer, amar y seguir más y mejor a Jesús, o sea, en la medida que nos hace más cristianos, más fieles al Evangelio. Esto es lo que primero debemos pedir y procurar y lo que también espera ella de nosotros.

5. 

(Aspecto cultural: relación entre religión y cultura).

Todo pueblo tiene su propia cultura, no hay ningún pueblo sin cultura, y la de uno no es mejor que otra, sencillamente son distintas. Pero, algo que olvidan muchos, es que las creencias y prácticas religiosas forman parte integrante de toda cultura. 

Y la identidad cultural religiosa concreta de Pedrajas cae dentro del ámbito de España, que es mayoritariamente católica (no somos musulmanes, si es que alguna vez lo fuimos). 


6.

Sacedón y Pedrajas.

Sacedón se ha convertido en un referente obligatorio y en un aspecto integrante de la identidad de Pedrajas como paraje singularmente hermoso dentro de nuestra meseta castellana y de nuestra tierra pinariega. La alusión a Sacedón y a lo que significa para Pedrajas está presente todos los años en el pregón de las fiestas de San Esteban y San Agustín, cualquiera sea su pregonero. Varias entidades llevan el nombre de “Virgen de Sacedón”: un centro educativo, una asociación de mujeres... He visto que su imagen está en muchos panteones de nuestro cementerio y el calendario anual con la imagen de la Virgen es permanente en casi todos los hogares de Pedrajas. 

Todo esto tiene su culminación en lo que llamamos familiarmente “el Día de Sacedón”, el lunes de Pascua, como día y lugar de encuentro familiar, social y de integración del pueblo en torno a la Virgen.

El compartir una fe y una devoción común fortalece nuestros lazos como comunidad humana y la hace más fraterna (un aspecto positivo y, en definitiva, misión y finalidad de la Iglesia). Esta devoción nos une espiritualmente entre nosotros y con nuestros antepasados y nuestros mayores que también la practicaron a su manera en las circunstancias históricas que les tocó vivir.

7.

A lo largo de nuestra vida cuántas veces no hemos rezado a la Virgen la salve individualmente o la hemos cantado en grupo, haciendo hincapié mentalmente en ese momento en que le decimos “a ti suspiramos gimiendo y llorando en este valle de lágrimas”, recordando a nuestros seres queridos enfermos o difuntos.

8.

Finalmente, cómo no llamar la atención y detener la mirada sobre la imagen en madera policromada de una pieza de la Virgen de Sacedón, con el niño palpando con la mano derecha su pecho, su corazón, y con la izquierda proyectando hacia nosotros su paz. Esto es muy expresivo y significativo: la identificación de Jesús con su madre y cómo a través de ella, que acoge en su corazón nuestras plegarias, proyecta sobre nosotros sus bendiciones.
 
9.

Por todo ello nos felicitamos y damos gracias a Dios y a nuestra madre común, y os invito a celebrar con mucha alegría esta fiesta, tan propia de nuestro pueblo, contribuyendo a fortalecer la unión de nuestras familias bajo la mirada de ojos grandes y la protección amorosa de la Virgen de Sacedón. 

Antonio Cabrejas, O.P.

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