martes, 31 de marzo de 2020

¿QUÉ TENÍAN AQUELLOS OJOS?

Me miraron un instante, como suele mirarse a un cliente, mientras se le saluda con profesionalidad:

- ¡Buenos días, señor!

Inmediatamente se concentraron en la pantalla de la máquina registradora mientras contabilizaba los paquetes que yo había depositado sobre la cinta.

Pero aquella fugaz mirada fue suficiente para que mi mente sufriera un shock. Deseé, desesperado, que me volviera a mirar. Pero no acerté con la fórmula de llamar su atención. 

Al devolverme la tarjeta con la que debía cobrarse el importe de mi compra, su mano rozó el dorso de la mía. De nuevo el escalofrío recorrió  mi cuerpo: aquél roce no podía deberse al azar.

Al llegar a casa, un impulso me dominaba: necesitaba que su imagen no escapara de mi mente. Comencé a dibujar su perfil y no paré hasta tener empapelada la habitación.

Como no fue suficiente, volví al supermercado; acababan de cerrar. Busqué la puerta de salida del personal. Ella no salió. Volví al día siguiente y al siguiente. Encontrarla se había convertido en una obsesión.

Caminaba por la calle como un zombi, tratando de encontrar, delante de cada melena rubia, aquellos ojos esmeralda que se habían adueñado de mi voluntad.

Teresa González Lozano
Microrrelato

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