martes, 24 de marzo de 2020

COVID19

Hola, conciudadanos y amigos de Pedrajas, os saludo desde la situación de confinamiento que todos padecemos, cuidando de nuestra salud: 

Circula un dicho popular que nos demuestra que aprendemos más de los fracasos que de los éxitos. Las dificultades en general, se trate de crisis, de fracasos en los negocios o de las propias enfermedades, etc. nos enseñan más de la vida que los éxitos, más que la bonanza y que mientras todo va bien, nos dejamos caer como por un tobogán placentero, llenos de felicidad, nada nos obliga, en esas circunstancias, a pararnos para hacer balance o replantear las cuestiones, porque "todo va bien" ya tenemos suficiente.

En este tiempo, sin estar en esa situación de bonanza, actuábamos como si así fuera. Sobrevolaba sobre nuestras cabezas una especie de sobresalto, de zozobra e inquietud que hacía que nos moviéramos como muñecos rotos, respondiendo a una orden invisible del tipo: ¡No te pierdas nada! ¡Tienes que ser feliz! ¡Tienes que disfrutar! 

Se percibía en el ambiente un afán de ocultarnos a nosotros mismos la realidad e íbamos por la vida ansiosos, desasosegados e irreflexivos. Sabíamos que se avecinaba una crisis, (algunos indicios lo iban anunciando), sin haber resuelto la anterior, que mira que fue dura. Pero se trataba de algo impreciso y no podíamos adivinar las características de la misma, tampoco por dónde nos atacaría. Ha atacado por el flanco más sensible, nuestra salud, de retroceso, quizás, a nuestra economía y, tal vez, a nuestra forma de vida; eso aún no lo sabemos, hemos de esperar. 

Sea como sea, ha logrado parar a la poderosa China durante más de un mes y está parando a la vieja Europa, por no decir al mundo, sumiéndonos a todos en un sueño incierto y nada tranquilizador, en cuanto a lo que nos encontraremos al despertar. Porque una cosa es cierta, despertaremos, antes o después, "No hay bien ni mal que cien años dure". Pero ¿qué encontraremos al abrir los ojos de nuevo? ¿Encontraremos nuestro puesto de trabajo? Desde las Instituciones, ¿se podrá atender a las necesidades básicas de las personas que queden en la cuneta? ¿Podremos seguir hablando de derechos y libertades? ¿Cómo seremos nosotros por dentro? ¿Cómo entenderemos la sociedad del Estado de Bienestar y la solidaridad entre los pueblos? ¡Tantas incógnitas!

Por desgracia, sabemos algo de crisis: son fantasmas que ignoramos de dónde vienen ni qué pie calzan, lo que sí conocemos es que cuando se retiran, algo nuestro, esencial, se han llevado. Luego vemos que los grandes capitales han crecido desmesuradamente y que hay mucha más gente orillada en la cuneta.

Ahora estamos en casa recluidos, tenemos tiempo de pensar, aunque el país, los países, las instituciones y los particulares en ellos, se vuelvan locos proponiéndonos actividades para facilitarnos las horas de encierro. Más de lo mismo: "Que no cese el ruido". ¿Tan malo es el silencio y el estar tranquilos en casa? Tenemos la ocasión, digo, de hacer el silencio en torno nuestro y ganar un espacio para mirarnos por dentro y reflexionar adónde vamos y adónde queremos ir, en definitiva, conocernos un poco más y volver a tomar las riendas de nuestro destino e intentar cambiar las cosas que no nos gustan y, si esto no fuera posible, al menos, saber que nos están tomando el pelo.

Deseo que este periodo de reclusión sea corto, que la enfermedad pase de largo y que, al acabar esta pesadilla, nosotros seamos mejores personas.

Teresa González Lozano
Barcelona, 24 de marzo de 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario