miércoles, 19 de febrero de 2020

EXUPERIO, UN HOMBRE BUENO Y SABIO

El pasado día 9 del actual mes de febrero fallecía en Llano de Olmedo, su pueblo, el señor Exuperio Hernández Martín, a los 96 años de edad. En Pedrajas vive su hija Henar, casada con Carlos Merino Rodríguez, su nieta Cristina y sus bisnietos Héctor y Marcos. También su hermana Carmen y su sobrino Enedino.


En agradecimiento, por haber gozado durante muchos años de su amistad y ayuda en numerosas cuestiones de carácter histórico o costumbrista, tuve el honor de pronunciar unas palabras el día de su entierro, como despedida y sencillo homenaje, interpretando el sentir de su familia, amigos y vecinos. Vecinos, no solo de Llano, sino también de todos los pueblecitos de los alrededores, que ese día acudieron a darle el último adiós, haciendo que el templo se quedara pequeño. Sus nietos leyeron un sencillo poema titulado A las campanas de mi pueblo, escrito hace años por Exuperio, que dominaba el arte de tocarlas por su dedicación al oficio de sacristán, que había aprendido de sus antepasados.

PALABRAS DE DESPEDIDA A EXUPERIO HERNÁNDEZ MARTÍN

Llano de Olmedo, 10 de febrero de 2020

Amigo Exuperio, bien mereces por parte de nosotros -tus familiares, amigos y vecinos, en torno a ti reunidos- unas palabras de despedida con las que rendirte un sencillo homenaje por una larga y ejemplar vida, acabada de entregar al Creador.

Si es cierto que cada persona anciana que muere se lleva consigo un cúmulo de conocimientos y vivencias del pasado, en tu caso, Exuperio, constituye una pérdida irreparable, únicamente aliviada por tantos escritos, informaciones y buenos recuerdos como nos dejas. 

A ti, como fuente de sabiduría popular, hemos recurrido con frecuencia personas dedicadas al estudio de la historia, los cantares y las costumbres de nuestra tierra, el habla popular, las plantas curativas o la vida de los animales. Una labor de recopilación que ya ha quedado bien recogida en cancioneros y publicaciones de carácter etnográfico.

Aunque acudiste poco tiempo a la escuela, su huella quedó marcada para siempre en tu persona. Con auténtica devoción te oímos hablar en ocasiones de don Santiago Marcos, poeta y maestro de Llano en aquel tiempo, al que acudiste a visitar muchos años después en su refugio de la Tierra de Campos. 

Siendo todavía un niño, te convirtieron en cabrerillo, al cuidado del rebaño familiar. Trabajabas también en las tierras de labor: escardar los sembrados, segar y cosechar el grano. Más adelante, apacentaste un rebaño de vacas por los prados y rastrojos del lugar. Te adentrabas además en el pinar, pues al ganado le encantaba el muérdago que crecía en lo alto de los pinos, que tú te encargabas de subir a derribar.

Disfrutabas en el campo, observando con asombro las costumbres de los animales. Accediste al conocimiento de las plantas medicinales que veías en tu caminar -el hinojo, la manzanilla o el malvavisco- por algunas nombrar. Cuando aún no estaba de actualidad, ya te preocupabas por el medio ambiente y el bienestar animal.

Contrastaban esos trabajos con tu dedicación al oficio de sacristán, aprendido de tu abuelo materno, Benjamín Martín González, sacristán que fue de la iglesia de Santa María en Mojados, cargo que con anterioridad había desempeñado su padre, llamado Deogracias Martín Albeiros, de origen gallego. 

Llano, Aguasal y Villeguillo, Fuente Olmedo, Almenara y Puras, tal vez algún pueblo más, te vieron tocar el armonio y cantar la misa en latín, despedir a los difuntos en los entierros, rezar novenas a los santos o cantar las letanías en las rogativas y bendición de los campos.  Regidas por tu mano hablaron al pueblo las campanas de esta iglesia: al alba, en el ángelus del mediodía o al anochecer, a gloria, a rebato o doblando a clamor, como nos gustaría que hubieran sonado hoy, llorando tu ausencia.

Descansa en paz, Exuperio, hombre bueno y cuadronero cabal, en el camposanto de Llano, tu pueblo, en medio de estas tierras de pan llevar, prados y navazos que tantas veces recorriste en tu caminar, respirando tu alma el aroma de los cercanos pinares y escuchando, a lo lejos, el rumor eterno de las aguas del río Eresma.

A LAS CAMPANAS DE MI PUEBLO

Por Exuperio Hernández Martín

* Llano de Olmedo, 22-09-1923
 + Medina del Campo, 9-02-2020

***

Vosotras, mis compañeras
en tantísimos momentos,
tañíais acontecimientos
de esta vida pasajera.

En las fiestas patronales,
volteadas con mi soltura,
acudían con premura
a actos sacramentales.

Si un fuego se producía
en cualquiera hora del día,
volteadas continuamente
ahí acudía tanta gente.

Para dar la santa unción
a un enfermo en su agonía,
vuestro sonido decía
ayudadle, por amor.

Doblando por cualquier ser
fuimos siempre en gran unión,
vuestro clamor amoroso
con mi sincera oración.

Y con vuestro tintineo,
si un niñito fallecía,
con sentimiento decían
un ángel más en el cielo.

Mas por eso de haber sido
tantos años compañeros,
que dobléis por mí os pido
en aquel paso que espero.



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