lunes, 30 de julio de 2018

EL BAR CASTELLANO CIERRA SUS PUERTAS

Ayer, domingo, tras un siglo de existencia, poco más o menos, cerró sus puertas para siempre el bar de mayor antigüedad entre los existentes actualmente en Pedrajas: el Shaylor. Situado en la Plaza Mayor, mirando al Ayuntamiento, fue fundado en torno al año 1920, con el nombre de bar Castellano, por los señores Severiano Martín Sanz y Francisca Adanero Morejón, marido y mujer. Uno de sus hijos, Mariano, pasó a regentarlo después, junto con su esposa, Emiliana Sánchez González. A éstos les sucedieron sus hijos: Luis, José María, Paqui, Mariano y Pilar Martín Sánchez, que han continuado con el negocio hasta nuestros días, especialmente Jose y Marianito. 

1. UNA FAMILIA EMPRENDEDORA

El señor Severiano –de la familia de los Chisteros- y la señora Paca, emprendieron varios negocios a lo largo de su vida. Juanto a ellos, al principio, estuvieron sus hijos: Paco, Mariano, Pedro, Seve, Pepe, Concha y Luis, que murió joven. Inicialmente, su dedicación principal era la labranza, como muchas familias del pueblo. Tenían una huerta en la carretera de Villaverde. Recordaba Paco, cuando lo entrevistamos para un artículo en esta misma sección, que a los 12 años ya iba a llevar remolacha a Valladolid con el carro y dos machos, junto con su hermano Pedro. Salían por la mañana, llegaban a la capital para descargar en la azucarera Santa Victoria y dormían en la posada del señor Gabriel, en la misma carretera de Madrid, pegando al Arco de Ladrillo. Al día siguiente regresaban a Pedrajas, se tiraban todo el día para volver. 

Severiano y Francisca.

En el año 1920, aproximadamente, abrieron el bar y salón de baile: el salón de la tía Paca. Sonaba la música con un pianillo que pesaba unos doscientos kilos y podía tocar diez bailes distintos. Únicamente había sesión los domingos. Se cobraba una entrada de 30 céntimos, pero sólo a los mozos que bailaban. Las chicas jóvenes y las mujeres no pagaban. Tampoco los hombres casados, porque entonces no bailaban casi. La mayoría de las veces era Paco, uno de los hijos, el encargado de darle al manubrio del pianillo para que sonara. Ocasionalmente, se abría también el baile algún día de trabajo, cuando se celebraba algún santo. Esos días se cobraban sólo 10 céntimos. El bar tenía las mesas blancas, de mármol, que eran las que entonces se estilaban. En su fachada principal, por las fiestas de San Agustín, se colocaba una parte de los tablados, para ver los toros. Los de la familia los veían desde el balcón de la casa. Decía la señora Paca que esos días de las fiestas era tía de todo el mundo, pues eran muchos los que deseaban hacerse un hueco en dicho balcón.


Viendo los toros desde el balcón del bar Castellano.

En el año 1933, el señor Severiano compró un coche de segunda mano, descapotable, de la marca Citröen, para dar cine mudo por los pueblos de los alrededores: Alcazarén, Mojados, Hornillos, Arrabal de Portillo, La Fresneda... También ponía cine en Pedrajas, en la Plaza. Seve fue el encargado de conducir el coche al principio, un año y pico; luego ya empezó a llevarlo Paco, que había aprendido a llevarlo él solo, por las tardes. Después del trabajo se iba a las eras, colocaba unas piedras, y a practicar, marcha adelante, marcha atrás. Así enseñó después a conducir a sus hermanos Pepe y Pedro, porque entonces no había autoescuelas. Hasta octubre o noviembre de 1936 no sacó Paco el carnet de conducir, se examinó en Valladolid. El cine mudo lo dejaron en el año 1935, cuando vino el cine sonoro.

La familia en la romería de Sacedón, con los coches de servicio público.

A finales de ese mismo año, 1935, el señor Severiano compró un coche a unos parientes de Bilbao, de la marca Hupmobile, extranjero, de ocho cilindros, para taxi. Como él no sabía conducir, lo hacía Paco. Realizaban viajes de encargo, adonde fuera. Al año siguiente, en el verano de 1936, compraron otro coche de segunda mano, también para servicio público, un Chenard Walker, francés, de 9 plazas, con el que Paco se dedicó al transporte de viajeros durante veinticinco años. Como se estropeó la carrocería, que era de madera, mandó hacer una nueva en Íscar, y desde entonces la gente empezó a llamar al coche la rubia de Paco.  

2. MARIANO MARTÍN ADANERO Y EMILIANA SÁNCHEZ GONZÁLEZ

Los hijos suelen heredar los medios de vida de sus padres. Paco se dedicó al transporte de viajeros, como hemos visto. Pedro, a la agricultura. Pepe se casó en Pozaldez y allí pasó su vida, también como agricultor. Mariano se quedó con el negocio del bar. La misma dedicación tuvo Concha, casada con Feliche, en el bar que aún lleva su nombre. Seve fue la excepción, ya que estudió y se dedicó a la enseñanza como maestro nacional. 

Mariano y Emiliana empezaron a llevar el bar por su cuenta alrededor del año 1950, después de su boda. También cultivaban una huerta, situada en el camino de los Cardiales. En el portal de la casa del bar tenía Paco la parada del coche de viajeros. Mariano iba anotando en una pizarra el nombre de las personas que reservaban plaza para viajar hasta Valladolid. En ese portal se recogían y entregaban paquetes y encargos, que nunca faltaban.

Mariano y Emiliana, el día de su boda, año 1950.

Comenzaron a despachar helado, toda una novedad en aquel tiempo. Lo traían desde Segovia, de la marca Camay, que luego se llamó Camy y ahora está absorbida por la multinacional Nestlé. Cerca de allí, en la confitería de Paulino Esteban, al inicio de la  calle de las Carnicerías, junto al Ayuntamiento, se vendían helados de Frigo, la marca rival. Todavía no había cámaras frigoríficas en el pueblo, por lo que conservaban el helado en un barreño de zinc rodeado de hielo, colocado en un cajón forrado interiormente de corcho, a modo de nevera. Al hielo se le añadía sal para que durara más el frío. Las bebidas, en el verano, se enfrescaban igualmente con hielo.


Los domingos y días de fiesta, por la tarde, el bar se llenaba de hombres, a jugar la partida a las cartas. Algunos, no tantos, también lo hacían a diario. El local se llenaba de humo, con tantos cigarrillos y puros como se fumaban. En invierno ni se veía, pues se sumaba el humillo de la estufa de serrín que servía de calefacción. Muchos se quedaban después a merendar, callos o cabezas de cerdo asadas, que preparaba Emiliana. Junto con el de Farruco, el bar de Mariano fue de los primeros en poner una televisión en el establecimiento. Todavía no había televisiones en las casas, así que el bar se llenaba de gente para ver las corridas de toros y los partidos de fútbol. Un adelanto que contribuyó, sin ninguna duda, a ganar clientela.

Hombres jugando la partida. A la izquierda, el señor Mariano, el dueño.

En el año 1958, el bar Castellano empezó a sellar quinielas, una actividad gestionada por el organismo Loterías y Apuestas del Estado. Un negocio más en el que esta casa fue pionera en Pedrajas. El premio más importante con un boleto sellado en ella correspondió a Salustiano Alonso, el Niño, que se llevó cuarenta y tantos millones de premio. Intentaron conseguir una administración de lotería, pero no se la concedieron por la cercanía de las que ya existían en Íscar y Olmedo. No obstante, siempre han traído lotería por Navidad, llegando incluso a tener varios abonados. Ahora despachan lotería todo el año, por décimos y por máquina.

Programa de las fiestas de Pedrajas, año 1959.

Programa de las fiestas de Pedrajas, año 1960.

En el año 1969, Mariano y Emiliana adoptaron una decisión importante: derribar el edificio del bar primitivo y construir uno nuevo en el mismo lugar. A partir de entonces comenzaron a dar banquetes de bodas, bautizos y comuniones en el amplio salón de la planta superior. Cabían unos doscientos cincuenta comensales. Del guiso se encargaba la señora Eloísa Andrés Molpeceres, la Caramelera. En las bodas, concluida la comida, había baile, amenizado por una orquesta o conjunto musical, de los de entonces.
Marianito, con sus primos Félix y Ángel, a la puerta del bar antiguo. 

El edificio del nuevo bar Castellano.


Las guisanderas de las bodas.

Un año antes, en las fiestas de San Agustín de 1968, dejaron de ponerse los tablados en la Plaza Mayor, al instalarse por vez primera una plaza de toros portátil junto a la calle del Alamar, en el mismo lugar que ocupa la actual. Por un lado, el bar Castellano perdió afluencia de público, es lógico. Eran muchos los hombres que asistían a los espectáculos taurinos detrás de las talanqueras, por debajo de los tablados. Sin embargo, a partir de entonces y hasta nuestros días, el establecimiento dispuso de un gran espacio para terraza al aire libre, la mejor del pueblo por la mañana: un lugar privilegiado para presenciar acontecimientos y espectáculos muy importantes de la vida de Pedrajas.

 Programa de fiestas del año 1970, anunciando ya helados, banquetes y quinielas.

Programa de fiestas del año 1976.

Cuando los toros se celebraban en la Plaza Mayor, traían camareros de Valladolid durante las fiestas. Recuerdan, entre ellos, a Mariano y a Colás. Esos días, y otros, toda la familia echaba una mano, por ejemplo, Juanito y Félix Sánchez, hermanos de Emiliana. Del pueblo también ha habido muchos camareros, como Esteban, el Ferretero, y Ángel Pérez Rupérez, en tiempos antiguos, y los hermanos Mera, Óscar y Nacho, posteriormente, por citar algunos. Durante algún tiempo fue habitual la ayuda entre familias propietarias de bares en diferentes pueblos, durante las fiestas patronales. Al bar Castellano vinieron camareros de bares de Íscar, Olmedo, Alcazarén o Matapozuelos. Luego, el bar Castellano enviaba camareros a las fiestas de esos pueblos. Se ayudaban unos a otros, de esa manera se ahorraban el elevado coste de contratar camareros esos días o, al menos, lo disminuían.

 Concurso de camareras a las puertas del bar Castellano.






En Semana Santa los bares de Pedrajas solían preparar limonada. El salón del bar Castellano servía para jugar a las chapas, una tradición que ya no se practica en Pedrajas, aunque parezca mentira, con la afición tan grande que había. Esos días, además, era costumbre jugarse jóvenes y hombres casados el dinero a las cartas, sobre todo al nueve, un juego de gran tradición en nuestro pueblo, no conocido en otros lugares. Mariano organizó algunos años un campeonato de mus en su establecimiento, con importantes premios.

3. LOS HERMANOS LUIS, JOSÉ MARÍA, PAQUI, MARIANO Y PILI MARTÍN SÁNCHEZ

Al jubilarse Mariano y Emiliana, se hicieron cargo del bar sus hijos: Luis, José María, Paqui, Marianito y Pili. Tercera generación familiar al frente del negocio. En el año 1983, la familia adoptó una decisión importante: dedicar el salón de arriba a pub, un tipo de local que entonces estaba de moda. El bar Castellano se convirtió en el pub Shaylor, una palabra que al parecer significa “marinero”. Por eso, decoraron una de las paredes del salón con un gran barco. La planta baja siguió siendo un bar tradicional, pocas cosas cambiaron.


Programa de fiestas del año 1983.

Desde entonces han pasado treinta y cinco años, en los que el bar Shaylor, desde sus amplios ventanales abiertos a la Plaza Mayor de la villa, ha seguido siendo testigo de numerosos acontecimientos, espectáculos y otras actividades de la vida de nuestro pueblo: actuaciones musicales, representaciones teatrales, ferias de todo tipo, manifestaciones, pregones de las fiestas patronales, agua va…  La Plaza también ha ido cambiando. De ser un amplio espacio libre, con suelo de tierra, en el que los chicos de entonces jugábamos en plena libertad, pasó en 1974 a estar urbanizada, con jardines en el centro. Así estuvo hasta el año 2003, en que desaparecieron esos jardines. A los dos años, en agosto de 2005, se derribó el Ayuntamiento viejo para construir uno nuevo, el actual.

Antiguos jardines en la Plaza Mayor.

Celebración del 50 Aniversario de la Coronación de la Virgen de Sacedón, 11 de mayo de 2008.

La vida, en el bar, también fue experimentando algunos cambios. Si la especialidad de la casa, en aperitivos, han sido siempre las gambas, rebozadas y al ajillo, en tiempos más recientes han alcanzado merecida fama sus patatas bravas. Es el aperitivo favorito de los numerosos componentes de la familia Arribas, la de los boticarios del pueblo. Tanto les gustaron, que empezaron a llamarlas Marianitas, en honor de Marianito, uno de los dueños del bar. De este nombre popular da fe un cartel publicitario colgado en el techo del mostrador, diseñado y pintado por la ilustradora Cinta Arribas, de la referida familia. Todo un detalle. Otra especialidad de la casa en esta última etapa ha sido el chocolate con churros.

4. EL BAR CASTELLANO CIERRA SUS PUERTAS

Por jubilación de Jose y Marianito el bar cerró sus puertas ayer domingo, 29 de julio de 2018. No ha habido relevo generacional. Desde hace unos meses está anunciada en diferentes medios la venta del edificio, sin resultado positivo hasta la fecha. De momento, el establecimiento seguirá abierto para el sellado de quinielas, una actividad que desean traspasar.

Jose sellando una de las últimas quinielas, el pasado día 26 de julio.

El comentario general, en el pueblo, es qué va a pasar en las ya cercanas fiestas de San Agustín con solamente un bar en la Plaza Mayor. Sentiría mucho la gente no tener una mesa donde poder sentarse a disfrutar de los espectáculos o una barra donde tomar algo con tranquilidad. Iniciativas no faltarán –creemos- para que todos estemos atendidos.

Aunque un lógico sentimiento de tristeza invada a la familia Martín Sánchez en estas circunstancias, han querido celebrar los cien años de existencia de su bar Castellano, con una fiesta de despedida que tuvo lugar el pasado viernes, día 27, al anochecer, con asistencia de sus familiares, camareros y clientes. Una buena ocasión para recordar viejos tiempos, viejas personas, tantas como a lo largo de todo un siglo han ido escribiendo la historia de este establecimiento, que siempre permanecerá viva en la memoria de las gentes de Pedrajas.

Carlos Arranz Santos
30 de julio de 2018


FOTOGRAFÍAS DE LA CELEBRACIÓN DE LA DESPEDIDA
27 de julio de 2018












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