sábado, 14 de abril de 2018

TOROS DEL CAJÓN

El buen tiempo, alternando el sol con las nubes, y las ganas de volver a ver correr los toros por las calles, mucho antes de las habituales fiestas veraniegas, han sido factores determinantes para que Pedrajas se llenara de gente esta tarde en la celebración del vigésimo quinto aniversario de la fundación de la asociación Afición Taurina.

Mucho tiempo antes de la hora anunciada para el comienzo de la suelta de los toros, la Ronda de Santa Ana, el Pozo Bueno y la calle del Alamar han ido cobrando animación. Se iban formando corrillos a las puertas de los bares, en los burladeros y junto a las talanqueras. Como si estuviéramos en el día de la víspera de las fiestas de San Agustín.





El ambiente previo.

La Plaza, llena a rebosar. Desde ella, en una máquina excavadora, se han conducido los dos cajones, con los toros dentro, hasta el lugar de la suelta, la citada Ronda de Santa Ana, junto al sitio en que suele instalarse el toril.



Los cajones con los toros, camino del lugar de la suelta.

Y así ha llegado el momento de soltar el primero de los toros, las seis menos diez de la tarde, un poco después de lo previsto. Hemos presenciado su llegada desde los aledaños de la Plaza de Toros, no ha acometido mucho y ha entrado enseguida en la Plaza. Desconocemos si ha dado juego en la primera parte del recorrido, Ronda de Santa Ana. El segundo toro parecía más bravo, ha arrimado en las talanqueras y se volvía de vez en cuando.




El primer toro. 



Saliendo de la Plaza después de encerrar el primer toro, a esperar al segundo.









El segundo de los toros.

La gente se quedaba con ganas de más. Por eso ha salido a la calle desde la Plaza de Toros una vaca roja, con los cuernos apuntando al cielo, de unos nueve años de edad, pues tenía marcado el número 9 en la paletilla derecha. Ha pisado la calle con fuerza, acometiendo bien, con el consiguiente disfrute de los aficionados. Para que regresara a la Plaza han salido los cabestros, cinco o seis, como los que traen en las fiestas últimamente, con cadenas en la testuz para ser conducidos de cerca por sus cuidadores.










Quedaba todavía mucha tarde. Por esos han vuelto a soltar a la calle los dos toros. El primero, apenas se ha asomado al Alamar, ha regresado al albero, no tenía ganas de más cemento. Eso sí, en la plaza ha sido toreado con la muleta por un aficionado presente en el ruedo, que ha levantado los olés del público. El segundo sí que ha efectuado otra vez todo el recorrido, con nuevos bríos, aunque para volver han debido salir a su encuentro los bezados.




Nada más estallar en el cielo el cohete que anunciaba el fin del encierro, la gente se ha congregado a las puertas de los bares, en plena calle, para disfrutar de la compañía de los amigos, del pueblo o forasteros. De cogidas, nada se ha oído y eso es buena señal.

Mañana por la mañana, más. 


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