lunes, 10 de agosto de 2015

DOÑA CARMEN DOBLADO

UNA MAESTRA DE PEDRAJAS


El día 13 del pasado mes junio, a los 93 años de edad, moría doña Carmen Doblado Prior en la residencia de ancianos “Las Angélicas”, de Valladolid, donde residía desde hacía ocho años. Estaba sola, ya que su única hermana, Tere, había fallecido hacía más de dos años.

Para la mayoría de la población de Pedrajas, doña Carmen no es más que un nombre. Solo las personas de más de 65 años saben que fue una maestra que vino al pueblo hacia el año 1950, siendo muy joven, y permaneció entre nosotros unos 10/12 años.

Como es frecuente en las personas, doña Carmen dejó diversas lecturas de sí misma, según a quién se pregunte. Todos los que la conocimos estaríamos de acuerdo en que fue una mujer esforzada y cumplidora de su deber. ¿Severa... dura?... Mantenía la disciplina y velaba por la buena conducta de sus alumnas, como se esperaba de ella. Era una maestra de su tiempo.

La suya fue una escuela de pupitres (de a dos) con tintero, de pizarrita individual y de cuaderno de limpio, o a limpio, (que había que presentar al Inspector en sus visitas rutinaria a la escuela). Era una de las maneras de controlar la calidad de la enseñanza y, quizás, su contenido.  Las niñas cosíamos todas las tardes, mientras recitábamos el catecismo o los ríos y montes de España, salíamos a hacer “pipí al callejón del señor Villaflores, donde hoy hay una hermosa calle, entre la residencia de “La Tercera Edad” y el taller de carpintería de Los Hermanos Calvo, y estaba severamente castigado jugar o mezclarse con los niños. Los jueves al mediodía, niños y niñas asistíamos en fila a la iglesia para hacer la Visita al Santísimo.

Estudiábamos todas las materias sobre la enciclopedia “Edelvives” y los libros que leíamos tenían una intención claramente ejemplificadora: Escudo Imperial, Vidas Ejemplares, etc. Y hacíamos análisis morfosintáctico sobre “El Quijote”.

Quizá no hubiera diversidad de conocimientos, pero al final de la escolarización, la formación básica quedaba bien afianzada en nuestras mentes. Hay que decir que eran tiempos de gran absentismo escolar, así, había una gran diferencia entre los conocimientos adquiridos por los alumnos de asistencia continuada y los alumnos que faltaban o los que abandonaban la escolaridad a edad temprana.

En este tiempo había  tres maestros para niños y tres maestras para niñas (las parvulistas llegaron poco después). Los maestros tenían la obligación de vivir en el pueblo, de ahí el hecho de que el municipio contara con viviendas para ellos: "Las casas de los maestros", que todos hemos conocido, hoy desaparecidas. Las maestras, que eran solteras y con residencia en Valladolid, solo se iban con su familia en vacaciones (Navidad, Semana Santa y verano, algunas veces llegaron a irse en carnavales).    
A los maestros se les exigía la máxima ejemplaridad en el desempeño de su profesión, que se extendía a las veinticuatro horas del día, Esta ejemplaridad obligó a doña Carmen a llevar una vida recluida, a pesar de su juventud: misa y rosario diarios, Visitas al Santísimo, Horas Santas y otros actos de piedad. Nunca o muy pocas veces se la vio participar en diversiones con los jóvenes de su edad. Sus amistades, los compañeros, principalmente sus compañeras doña Presen y doña Eulalia, mayores que ella.

Hay que suponer lo dura que debió de ser la adaptación al pueblo para una joven de ciudad y lo difícil que resultaría el desempeño de su profesión con tan pocos alicientes y tantas dificultades, solo las personas con un espíritu de titanes y madera de héroes podrían salir airosos. Hemos de tenerlo en cuenta a la hora de juzgar, con ojos de niños, la tarea de los adultos de entonces.

Doña Carmen era una mujer emprendedora y valiente, con un espíritu de trabajo fuera de lo común. Secundó a don Justi en la tarea de preparar a las niñas para el bachillerato, como alumnas libres, asistiendo a Valladolid a examinarse en junio. Sus primeras alumnas en esta modalidad, Mary Tere Bermejo y Deme Martín. Mª Jesús Muñoz y yo, junto a otras, nos incorporamos luego.

Poco después se creó la academia "Virgen de Sacedón", una iniciativa municipal, como ya sabemos, que tuvo mecenas y promotores, entre los que se encontró, también, doña Carmen.

Mi recuerdo de mi maestra es el de una mujer severa, ¿quizá dura? … que infundió en mi ánimo el espíritu del trabajo bien hecho y el valor del esfuerzo constante en la consecución de un objetivo, y le agradezco desde lo más profundo de mi corazón que supiera ver en mi la vocación por el saber y el estudio como medio para conocer. Le agradezco también todo lo que insistió ante mis padres hasta convencerles de que me orientaran en este camino, en un tiempo difícil y en una tarea que no se contemplaba, por lejana a nuestra realidad  y, después, a lo largo de los estudios, su ayuda a la hora de matricularme como alumna libre, en la realización de labores para presentar en las diversas asignaturas y su apoyo moral constante.

En los últimos tiempos, cuando la visitaba, gocé de su sabia conversación,  ya como iguales (quería que le tratara de "tú", cosa que me costó, dada la carga de autoridad que  llevo). Conservaba muchos recuerdos de su paso por el pueblo, recordaba a sus alumnas con afecto y, creedme, no encontré ni rastro de dureza.

¡Descanse en paz la maestra!

Teresa González Lozano.

Pedrajas, 25 de julio de 2015.



En septiembre de 1999 doña Carmen visitaba Pedrajas y se reunía con muchas de sus antiguas alumnas. A ese encuentro corresponde esta fotografía, tomada en el parque "Jardines de Castilla".

Doña Carmen tiene en sus manos un ramo de flores, regalo de de las alumnas. A su izquierda, flores por medio, se halla su hermana Tere, que la acompañó durante la visita.

Si alguna de la antiguas alumnas conservara alguna fotografía de la época en que estuvo de maestra en Pedrajas, agradeceríamos lo indicara para copiarla y darla a conocer.



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