domingo, 25 de noviembre de 2012

VIDA TERRENAL


-Por Guillermo Sastre

A la mujer que sufre
En el Día Internacional contra la Violencia de Género

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Hoy pasan las horas
fauces y sombras de los sueños,
vientos de un huraño mundo,
títeres como un armazón sitiado,
alegre como la mañana soleada,
y comen como la polilla cuando enjambra el
armario inexpiable.
Horas largas que baten los minutos,
y de lo más triste,
pasan para vivir penas, como enfermo, somos
de vida y que se acaba
cuando llegue nuestra hora y acorralado.

¡Ah!  la de ojeras negras,
alteras mañanas de crueles infinitos,
cuando las nubes esparramen aguas a inertes
campos baldíos y granizo que todo lo arrasa,
para el dolor,
y empapen los sueños aquí y con la alegría
del gran sol,
y cobijarte sin el dolor del custodio
el que te roba los segundos hermosos.

Aliviar la gruesa cadena
que nos tiene atados en la tierra de por vida,
cuando los vientos cruzan montes,  llenan fosas,
entre las muy húmedas arenas
entre una luz que nos apiade.

Entre los matojos que sólo vientos baten,
sin la alegría con hastío muy acolitado
bate la mañana diadema sin luz del rumbo,
sin el sol que alegrara esta hora postrera.

El día, su atardecer, un enjambre que por ríos
nos lleve hacía aquel lugar,
la noche que aparece y el dolor más presente,
la luna que acaricia las rocas como los males puros,
un empeño de estertor que nos llega y nos humilla en
menguar el infierno que nos anida,
con extraña ausencia de un momento salvaje que
nos haga sentir bien al pasar a otra vida,
esa vida feliz donde nuestros rumbos secuaces baten
el viento con la ayuda del mundo;
cuando la parca coincida
y nos traiga la luna una melancólica fosa...

Todo llega cuando el dolor ataque siempre vivo
con su parca desde un sublime infierno,
gritos, hacia su infierno profundo,
por el mar de anémonas para recrear las olas de
nuestras noches eternas.

La mañana soleada,
apaciguando el presente,
futuro, fracaso, hora de lagrimas derramadas,
los ojos por esos cielos inmersos,
donde un sueño encandila,
por fases esplendorosas, un dolor se agrava,
de odio latente que nos gana la partida,
y morirá, sin remedio y el amanecer ya no abrigue,
cuando los suspiros entrecortados de la vida
inyecten de pasión la candidez de los vientos fuertes.

La vida terrenal,
mar del destino y aura,
del lento pasar de las horas embriagadas,
del dolor al abrigo de los elementos comunes,
por el mar intranquilo que esta vida nos regala.

 gSastre(2012)
Poética Armilar 2012
Autores selectos.
Lapiz&Cero Ediciones.
Madrid (España)

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Nota:

El autor de este poema
es natural de Mata de Cuéllar (Segovia),
aunque vive desde su niñez vive en Madrid.


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